Durante décadas, los epidemiólogos han intentado cuantificar el verdadero alcance de las vacunas contra la gripe, más allá de sus efectos individuales. ¿Qué sucede con quienes, por razones médicas, no pueden vacunarse? ¿Existe realmente un escudo comunitario que les proteja del virus? Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Pittsburgh aporta respuestas contundentes a estas preguntas, gracias a una simulación a gran escala que ha modelado la vida diaria de más de 1,2 millones de personas.
El trabajo, publicado en JAMA Network Open, no es una simple estimación estadística. Se trata de una ambiciosa recreación digital del condado de Allegheny, en Pensilvania, en la que cada habitante ha sido representado por un “agente” virtual con características demográficas, rutinas y comportamientos sociales realistas. Este enfoque ha permitido a los investigadores seguir con detalle cómo se propaga el virus en hogares, escuelas, lugares de trabajo y vecindarios, y cómo la vacunación modifica esa dinámica.
Los resultados hablan por sí solos: cuando la vacuna tiene una efectividad del 40% (un valor típico en temporadas de gripe), y aproximadamente la mitad de la población está vacunada, se puede reducir entre un 33% y un 41% el número total de casos.
Pero lo más sorprendente es que no solo los vacunados se benefician. También las personas no vacunadas ven reducido su riesgo de contagio gracias a lo que se conoce como inmunidad indirecta.
El «efecto rebaño»
Este fenómeno, también llamado “efecto rebaño”, no es nuevo. Se sabe que ocurre cuando suficientes personas en una comunidad están protegidas, haciendo que el virus circule menos y, por tanto, tenga menos oportunidades de alcanzar a quienes están desprotegidos. Lo innovador de este estudio es que cuantifica esa protección indirecta en distintos escenarios: temporadas leves, moderadas o graves; vacunas más o menos efectivas; y diferentes tasas de vacunación.
La conclusión es clara: cuantas más personas se vacunan, menos virus circula. Y aunque los vacunados siempre obtienen más protección —entre un 43% y un 73% menos riesgo de infección que los no vacunados—, el beneficio comunitario también es significativo.
Pero hay una advertencia: cuando el virus se propaga de forma muy agresiva, como ocurre en pandemias, esta protección indirecta se reduce drásticamente. En esos casos, solo los vacunados están realmente protegidos.
Esto tiene implicaciones muy relevantes para la salud pública. En escenarios de gripe estacional, incluso vacunas de efectividad moderada pueden tener un gran impacto si se logra una cobertura suficiente. Pero si las tasas de vacunación bajan, como ha ocurrido recientemente en algunos países, se pierde ese escudo protector colectivo, dejando expuestas a personas vulnerables como niños pequeños, ancianos o inmunocomprometidos.
El modelo usado por los investigadores es también destacable por su nivel de realismo. Incluye factores como la inmunidad adquirida en temporadas anteriores, la posibilidad de infecciones asintomáticas y la interacción en espacios compartidos. Además, simula distintas variantes del virus, con diferentes niveles de transmisibilidad, lo que permite explorar qué pasaría si una cepa particularmente contagiosa comenzara a circular.
Uno de los hallazgos más reveladores es que el beneficio indirecto desaparece completamente cuando el virus alcanza una transmisibilidad extremadamente alta. En esos escenarios, incluso una vacuna muy eficaz no logra impedir la propagación entre los no vacunados. Esto echa por tierra la idea de que basta con vacunar a un porcentaje reducido de la población para proteger a todos.
Otra conclusión relevante es que el impacto de la vacunación crece de forma no lineal: al superar ciertos umbrales de cobertura (por ejemplo, el 56% de la población en escenarios de baja transmisión), los casos caen en picado. Pero si la cobertura es baja, el descenso en contagios es mucho más modesto, incluso si la vacuna es eficaz. Esto refuerza la necesidad de campañas de vacunación ambiciosas y bien organizadas.
Además, el estudio destaca la importancia de adaptar las estrategias a las características locales. Usar datos demográficos reales, como se ha hecho aquí con el condado de Allegheny, permite diseñar intervenciones más efectivas y prever con mayor precisión el impacto de distintas políticas de salud pública.
Más allá de la gripe, este trabajo tiene implicaciones para otras enfermedades transmisibles, como la COVID-19. Durante la pandemia, se ha debatido mucho sobre el concepto de inmunidad colectiva y su viabilidad frente a virus de alta transmisibilidad. Este estudio refuerza la idea de que la vacunación sigue siendo la herramienta más poderosa para reducir la carga de enfermedad, pero también muestra sus límites cuando el virus circula sin control.
En última instancia, este gigantesco experimento digital sirve como recordatorio de algo esencial: vacunarse no es solo un acto de protección individual, sino un gesto de solidaridad. Cada dosis administrada es una barrera más que el virus debe superar, no solo para llegar a uno, sino para llegar a muchos. Y en una sociedad interconectada como la nuestra, esa barrera puede marcar la diferencia entre una temporada gripal manejable y una crisis sanitaria.
Referencias
- Krauland MG, Mandell A, Roberts MS. Estimated Burden of Influenza and Direct and Indirect Benefits of Influenza Vaccination. JAMA Netw Open. 2025;8(7):e2521324. Published 2025 Jul 1. doi:10.1001/jamanetworkopen.2025.21324