La capacidad de encontrar el camino de un lugar a otro es una habilidad que varía mucho entre las personas. Algunas parecen tener un sentido innato de la dirección, mientras que otras se pierden con facilidad. ¿Qué factores influyen en esta diferencia? ¿Se puede mejorar la orientación espacial? ¿Qué papel juega la tecnología en nuestra forma de navegar por el mundo?
Estas son algunas de las preguntas que se plantean los investigadores que estudian cómo las personas se orientan en el espacio.
Navegar por el espacio: una habilidad compleja y multifactorial
Navegar por el espacio es una habilidad compleja que implica varios procesos cognitivos, como la percepción, la memoria, el razonamiento y la toma de decisiones. No se trata de una capacidad única, sino de un conjunto de subhabilidades que se pueden clasificar en dos grandes categorías: el conocimiento de ruta y el conocimiento de mapa.
El conocimiento de ruta se refiere a la capacidad de seguir una secuencia de instrucciones o de recordar una serie de puntos de referencia para llegar a un destino. Por ejemplo, “gira a la izquierda en la gasolinera, sigue tres manzanas y gira a la derecha justo después de la casa roja”. El conocimiento de ruta es relativamente fácil de adquirir y la mayoría de las personas lo hacen bien después de recorrer una ruta unas pocas veces.
El conocimiento de mapa se refiere a la capacidad de construir y consultar un mapa mental de un lugar, es decir, una representación espacial que integra la información sobre la distancia, la dirección y la posición relativa de los puntos de interés. Por ejemplo, “la biblioteca está al norte del parque, a unos 500 metros, y la estación de tren está al este de la biblioteca, a unos 300 metros”. El conocimiento de mapa es más difícil de adquirir y requiere una mayor capacidad de abstracción y de manipulación mental.
Los estudios han demostrado que las personas varían mucho en su capacidad de adquirir y utilizar el conocimiento de mapa, y que esta capacidad está relacionada con el rendimiento en las tareas de navegación. Las personas que tienen un buen conocimiento de mapa pueden orientarse mejor, encontrar atajos, señalar lugares que no están a la vista o dibujar un mapa de las rutas que han seguido.
Por lo general, las personas que tienen un mal conocimiento de mapa dependen más del conocimiento de ruta y tienen más dificultades para navegar de forma creativa o adaptarse a situaciones nuevas o imprevistas.
¿Qué determina las habilidades de navegación?
Las habilidades de navegación no son innatas, sino que se desarrollan a lo largo de la vida en función de diversos factores, tanto biológicos como ambientales. Algunos de estos factores son:
La genética
Aunque no existe un gen específico de la navegación, algunos estudios han encontrado que esta habilidad tiene una moderada heredabilidad, es decir, que parte de la variación entre las personas se puede atribuir a diferencias genéticas. Sin embargo, la genética no es determinante, sino que interactúa con el ambiente y la experiencia.
El sexo
Existe una diferencia de género en la navegación, que suele favorecer a los hombres sobre las mujeres. Sin embargo, esta diferencia no es universal ni constante, sino que depende de factores culturales y educativos.
Por ejemplo, en los países nórdicos, donde la igualdad de género es mayor, la diferencia de navegación es casi inexistente. En cambio, en los países donde las mujeres tienen más restricciones para explorar el ambiente por su cuenta, la diferencia de navegación es más acentuada.
Además, la ansiedad y la falta de confianza pueden afectar negativamente a la navegación, y las mujeres suelen mostrar más ansiedad y menos confianza que los hombres en este ámbito.
La cultura
La cultura influye en la forma de navegar y en las habilidades que se desarrollan. Por ejemplo, las personas que viven en países nórdicos, donde el deporte de la orientación es popular, suelen tener mejores habilidades de navegación que las que viven en otros países.
Las personas que viven en zonas rurales suelen tener mejores habilidades de navegación que las que viven en zonas urbanas. Y las personas que viven en ciudades con redes de calles más caóticas, como las de las partes más antiguas de las ciudades europeas, suelen tener mejores habilidades de navegación que las que viven en ciudades con redes de calles más regulares, como Chicago, porque las primeras requieren construir mapas mentales más complejos.
La experiencia
La experiencia es uno de los factores más importantes para desarrollar las habilidades de navegación. Las personas que practican actividades al aire libre, como el senderismo o el ciclismo, suelen tener un mejor sentido de la orientación que las que no lo hacen.
Lo mismo ocurre con las personas que juegan a videojuegos, muchos de los cuales implican explorar espacios virtuales. La experiencia también puede influir en la forma de navegar: las personas que usan más el GPS suelen tener peores habilidades de navegación que las que no lo usan, porque el GPS reduce la necesidad de prestar atención al ambiente y de construir mapas mentales.
La personalidad
La personalidad también puede jugar un papel en el desarrollo de las habilidades de navegación. Las personas que disfrutan de la exploración y que tienen una mayor tolerancia al riesgo y a la incertidumbre suelen tener mejores habilidades de navegación que las que no. Por el contrario, las personas que tienen miedo a perderse o que prefieren seguir instrucciones precisas suelen tener peores habilidades de navegación que las que no.
Las personas que tienen miedo a perderse o que prefieren seguir instrucciones precisas suelen tener peores habilidades de navegación que las que no.
¿Se pueden mejorar las habilidades de navegación?
Las habilidades de navegación no son fijas, sino que se pueden mejorar con el entrenamiento y la práctica. Algunas de las estrategias que se pueden utilizar para mejorar la orientación espacial son:
- Practicar la navegación en entornos reales o virtuales, preferiblemente sin usar el GPS o con un uso limitado del mismo. Esto permite aumentar la experiencia, la confianza y la flexibilidad para adaptarse a diferentes situaciones.
- Prestar atención a las señales ambientales, como los puntos cardinales, los puntos de referencia prominentes o las características del terreno. Esto permite integrar la información y construir mapas mentales más precisos y completos.
- Usar mapas, tanto impresos como mentales, para planificar las rutas, revisar el recorrido o evaluar el progreso. Esto permite desarrollar el conocimiento de mapa y la capacidad de manipular mentalmente la información espacial.
- Usar diferentes estrategias de navegación según el contexto y el objetivo, como el conocimiento de ruta, el conocimiento de mapa, la estimación de distancias o la búsqueda de atajos. Esto permite mejorar la eficiencia y la creatividad para navegar por el espacio.
La navegación por el espacio es una habilidad compleja y multifactorial que varía entre las personas, lo que implica el uso de diferentes subhabilidades, como el conocimiento de ruta y el conocimiento de mapa, que se desarrollan en función de factores biológicos, ambientales y personales.
No obstante, se trata de algo que se puede mejorar con el entrenamiento y la práctica, usando diferentes estrategias y recursos. Y es que consiste, básicamente, en una habilidad importante para la vida cotidiana, pero también para el desarrollo cognitivo, social y emocional de las personas.