Un posible retroceso histórico: los recortes globales en la lucha contra el VIH podrían causar casi 3 millones de muertes más antes de 2030

Un nuevo estudio advierte que millones de personas podrían morir si se recorta la financiación internacional para combatir el VIH.
Advierten que podrían morir 3 millones más por VIH antes de 2030 si se recortan las ayudas internacionales Advierten que podrían morir 3 millones más por VIH antes de 2030 si se recortan las ayudas internacionales
Advierten que podrían morir 3 millones más por VIH antes de 2030 si se recortan las ayudas internacionales. Foto: Istock/Christian Pérez

Una advertencia con cifras demoledoras ha irrumpido recientemente en la esfera científica internacional: millones de nuevas infecciones por VIH y hasta tres millones de muertes adicionales podrían producirse antes de 2030 si los recortes anunciados en la financiación internacional contra el VIH se llevan finalmente a cabo. Así lo revela un extenso estudio de modelización publicado en The Lancet HIV, que analiza el efecto potencial de la disminución abrupta de ayudas por parte de los principales donantes a programas de prevención, diagnóstico y tratamiento en países de ingresos bajos y medios.

Publicidad

El trabajo, liderado por el Instituto Burnet en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), no solo proporciona una proyección numérica precisa de los daños esperados, sino que pone rostro a un problema mayor: la fragilidad de las redes de salud pública que dependen casi exclusivamente de fondos externos para mantener vivas a millones de personas.

El estudio que ha encendido todas las alarmas

El análisis parte de una premisa tan sencilla como preocupante: ¿qué pasaría si, de un día para otro, cesara la financiación de iniciativas internacionales clave como el PEPFAR (Plan de Emergencia del Presidente de los EE. UU. para el Alivio del Sida) o el Fondo Mundial de lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria?

Para responder a esta pregunta, el equipo de investigación empleó el modelo matemático “Optima HIV”, uno de los más robustos y validados para evaluar intervenciones sanitarias en contextos vulnerables. Con este modelo, simularon varios escenarios posibles entre 2025 y 2030, centrándose en 26 países representativos que reciben una gran proporción del total de la ayuda internacional contra el VIH.

El resultado no podría ser más inquietante: en el peor de los casos, si los recortes se implementan sin ninguna medida de mitigación, podrían producirse hasta 10,8 millones de nuevas infecciones por VIH y 2,9 millones de muertes adicionales antes de que termine la década. Estas cifras suponen una reversión casi total de los avances logrados desde principios de siglo.

Hasta ahora, la expansión masiva de la terapia antirretroviral (TAR), que convierte al VIH en una enfermedad crónica manejable, ha sido posible en gran parte gracias a la cooperación internacional. Solo Estados Unidos, a través del PEPFAR, ha financiado más del 70% de los recursos externos destinados a combatir el virus en países de ingresos bajos y medios. Pero esa realidad está en peligro.

Publicidad

Desde enero de 2025, el PEPFAR sufrió una pausa presupuestaria sin precedentes, que se tradujo en el cierre de clínicas, despidos de personal sanitario y cortes en el suministro de medicamentos. Aunque el programa recibió posteriormente una exención temporal para continuar ciertos servicios esenciales, la normalidad aún está lejos de restaurarse. El futuro del PEPFAR, uno de los pilares mundiales en la respuesta al VIH, permanece en el aire.

La situación no es exclusiva de Estados Unidos. Reino Unido, Francia, Alemania y Países Bajos, los otros grandes donantes internacionales, también han anunciado reducciones significativas de su ayuda exterior. En conjunto, estas cinco potencias han financiado más del 90% del total de fondos internacionales contra el VIH. Si estos recortes se consolidan, el impacto global será devastador.

Una tormenta perfecta para los más vulnerables

Las consecuencias del recorte no se distribuyen de forma equitativa. El estudio destaca que África Subsahariana, donde se concentra la mayor parte de la carga mundial de VIH, sería la región más afectada. De los ocho países analizados en esta zona, seis reciben más del 40% de su financiación VIH a través del PEPFAR. En este contexto, los investigadores proyectan un aumento de infecciones infantiles de casi tres veces más respecto al escenario de mantenimiento de la financiación actual.

Las poblaciones clave —como personas que se inyectan drogas, trabajadores y trabajadoras sexuales, hombres que tienen sexo con hombres y personas transgénero— también experimentarían un incremento desproporcionado de casos. Para algunas de estas comunidades, el riesgo de infección podría multiplicarse por seis.

¿Qué pasaría si se intenta mitigar?

El equipo investigador no se limitó a pintar un panorama catastrófico. También modeló escenarios intermedios en los que la pérdida de fondos del PEPFAR se compensa, parcial o totalmente, entre 2026 y 2027. Aunque las cifras de nuevos casos y muertes bajan de forma significativa en esos escenarios de mitigación, los daños son igualmente alarmantes: aún en el mejor de los casos posibles, se producirían más de 4,4 millones de infecciones adicionales y cerca de 770.000 muertes antes de 2030.

Publicidad

Lo más perturbador es que, incluso si el sistema se recupera rápidamente, el efecto dominó de una interrupción abrupta tardará décadas en corregirse. El modelo sugiere que serían necesarios entre 20 y 30 años de financiación estable para volver a encarrilar los objetivos de eliminación del VIH como amenaza de salud pública.

Más allá de los números: la erosión de los sistemas de salud

El estudio también llama la atención sobre el impacto estructural que estas interrupciones causan en los sistemas sanitarios de los países más pobres. La financiación internacional no solo paga medicamentos y pruebas, también sostiene infraestructuras, contrata personal, mantiene cadenas de suministro y desarrolla programas de prevención educativa.

Los investigadores alertan de que el colapso de estos programas, aunque fuera momentáneo, podría traducirse en décadas de debilitamiento institucional, con una población más vulnerable no solo al VIH, sino a futuras crisis sanitarias.

Además, las prioridades de gasto pueden derivar en un dilema moral y sanitario: si se decide priorizar el tratamiento de quienes ya viven con VIH para evitar muertes inmediatas, los recursos se retraerán aún más de las tareas de prevención y diagnóstico, lo que podría generar un aumento de casos nuevos de al menos 1,7 millones antes de 2030, según una de las simulaciones del estudio.

Sea como fuere, la respuesta de los expertos es clara: si los recortes son inevitables, es imprescindible diseñar estrategias de transición sostenibles. Los países más afectados deben preparar planes de financiación nacional, aunque esto no puede hacerse de la noche a la mañana. Mientras tanto, los donantes deben garantizar fondos puente, evitar interrupciones bruscas y ayudar a fortalecer las estructuras sanitarias locales para que en un futuro puedan autosostenerse.

Publicidad

Entre las soluciones propuestas están el uso de tratamientos inyectables de acción prolongada, la mejora de las cadenas de suministro, la reducción de pérdidas de medicamentos, el uso más eficiente de los recursos y, sobre todo, el aumento de la financiación doméstica para programas de salud.

Los investigadores también señalan que una mejor integración de los servicios de VIH dentro de los sistemas de salud generales puede ayudar a reducir costes, mejorar la eficiencia y ampliar la cobertura a más personas, especialmente en zonas rurales y de difícil acceso.

Una cuenta atrás en marcha

El plazo para actuar es muy estrecho. Si para 2026 no se ha encontrado una solución viable, la epidemia podría volver a niveles no vistos desde 2010, cuando la expansión del TAR aún no había alcanzado una cobertura suficiente y los programas de prevención eran mínimos. En ese entonces, el VIH se cobraba más de 1,5 millones de vidas al año en el mundo.

Por eso, los autores del estudio insisten en la necesidad de una respuesta global coordinada y urgente. El VIH es una pandemia que no respeta fronteras. Su contención o expansión dependerá de las decisiones políticas, económicas y sanitarias que se tomen en los próximos meses.

La comunidad internacional tiene, una vez más, la oportunidad de decidir entre la inacción y la solidaridad. Entre reescribir el final de una pandemia o permitir que resurja con más fuerza. En sus manos está evitar que millones de personas sean abandonadas a su suerte por una crisis que no eligieron.

Publicidad

Referencias:

  • Ten Brink D, et al “Impact of an international HIV funding crisis on HIV infections and mortality in low-income and middle-income countries: a modelling study”. Lancet HIV 2025; DOI: 10.1016/ S2352-3018(25)00074-8
  • Sibanda EL, Phillips AN “Modelling study shows staggering impact of HIV funding cuts”. Lancet HIV 2025; DOI: 10.1016/ S2352-3018(25)00076-1
Total
0
Shares