El caso del Picasso perdido en carretera: una desaparición inexplicable, un hallazgo inesperado y muchas preguntas sin respuesta

Un pequeño cuadro de Pablo Picasso desapareció misteriosamente en su traslado a Granada y ha sido hallado en Madrid tres semanas después. Pero el caso podría cerrarse hoy (o no).
'Naturaleza muerta con guitarra', 1919, de Pablo Picasso 'Naturaleza muerta con guitarra', 1919, de Pablo Picasso
'Naturaleza muerta con guitarra', 1919, de Pablo Picasso. Foto: Wikimedia/Ligia García

El 3 de octubre de 2025, un convoy artístico emprendió un viaje relativamente corto pero cargado de valor. Desde Madrid hasta Granada, un conjunto de 58 obras de arte —entre ellas una pequeña joya de Pablo Picasso— debía llegar al Centro Cultural CajaGranada para formar parte de una exposición titulada Bodegón. La eternidad de lo inerte. Lo que parecía un traslado de rutina, terminó convirtiéndose en un rompecabezas aún sin resolver del todo.

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Veintiún días después de aquel viaje, la Policía Nacional localizó en Madrid un cuadro que podría ser Naturaleza muerta con guitarra, una obra de 1919 de apenas 12 centímetros de alto pero con un valor asegurado de 600.000 euros. El hallazgo podría cerrar un capítulo inquietante, pero deja abiertas varias incógnitas sobre cómo y por qué desapareció la pieza en primer lugar. ¿Hubo negligencia, un error humano o algo más?

Una obra que nunca llegó a su destino

El punto de partida fue la sede de una empresa de transporte en Pinto (Madrid), donde se almacenaron durante varios días todas las obras de la exposición. El cuadro de Picasso, perteneciente a una colección privada, fue embalado y preparado junto al resto. El día 2 de octubre por la noche, los transportistas salieron hacia Granada. Pero lo que llama la atención es que, en vez de completar el viaje en una única jornada —lo habitual en estos casos—, decidieron pernoctar en Deifontes, una localidad granadina situada a apenas 25 minutos del lugar de destino.

El motivo de esa parada intermedia sigue sin estar claro. Tampoco se comprende del todo cómo dos personas, encargadas de custodiar obras por valor de millones de euros, decidieron descansar tan cerca del final sin entregar previamente el material. La seguridad del furgón durante la noche se limitó a la vigilancia personal por turnos de los transportistas, sin vigilancia profesional ni medidas adicionales.

El cuadro Naturaleza muerta con guitarra de 1919 elaborada por Pablo Picasso

A la mañana siguiente, el camión llegó sin incidencias al centro cultural. El proceso de descarga fue rápido y, según consta, grabado por cámaras de videovigilancia. Sin embargo, al no estar todos los paquetes numerados ni inventariados con precisión, se optó por firmar la recepción sin revisar el contenido completo, dejando el control exhaustivo para el lunes siguiente, ya en el montaje de sala.

Y ahí surgió el problema. Cuando el personal especializado empezó a desempaquetar las obras el día 6, el Picasso no estaba. Había desaparecido.

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Un traslado entre sombras

Los errores acumulados fueron múltiples y evidentes. La falta de un control punto por punto en el momento de la entrega impidió saber si el cuadro ya no estaba en el furgón, si fue sustraído en algún momento del viaje o si jamás salió de Madrid. La denuncia oficial se interpuso el día 10, una semana después del traslado, y la policía inició la investigación bajo un escenario de incertidumbre total.

La empresa de logística implicada no ofreció explicaciones públicas, mientras que desde la Fundación se señaló la falta de numeración como un obstáculo para la verificación inmediata. A pesar de tratarse de una obra valiosa, no existía un protocolo efectivo para comprobar cada pieza en el mismo instante de la entrega. Ni escáneres, ni checklists, ni precintos individuales. Solo una entrega global, firmada por confianza más que por control.

Lo que debió ser un procedimiento milimétrico se volvió una cadena de suposiciones. El rastro de la obra se perdió entre cajas mal etiquetadas, una parada imprevista y una gestión que, en retrospectiva, deja mucho que desear.

El hallazgo inesperado en Madrid

Hoy, 24 de octubre, la Policía Nacional anunció el hallazgo de un cuadro que podría ser el Picasso perdido. Fue encontrado en la capital, lo que reubica el foco de la desaparición en origen y no en destino. Aunque aún se espera la confirmación definitiva por parte de la Policía Científica, el embalaje y otros indicios hacen pensar que se trata de la obra extraviada.

Pero el hallazgo no soluciona todo. Al contrario: plantea nuevas preguntas. Si el cuadro nunca llegó a salir de Madrid, ¿por qué no se detectó antes? ¿Hubo ocultación deliberada? ¿Se quedó olvidado en un almacén? ¿Fue retirado del furgón a propósito?

Por ahora no hay detenidos, ni responsables señalados. Tampoco se han ofrecido versiones claras sobre lo sucedido. El caso, lejos de estar cerrado, apunta a un cúmulo de fallos logísticos, falta de transparencia y quizás algo más.

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Cuando el arte viaja sin protección suficiente

El incidente ha desatado críticas en el mundo del arte y la gestión patrimonial. La desaparición de una obra de Picasso, por pequeña que sea, no es un hecho menor. Pero lo más preocupante es que este caso evidencia una serie de prácticas peligrosamente comunes: transporte sin vigilancia especializada, embalajes sin control de inventario, entregas firmadas sin verificación y ausencia de trazabilidad en el proceso.

En un país donde el patrimonio artístico es un activo de valor incalculable, y donde exposiciones temporales manejan piezas únicas, los estándares deben ser más estrictos. No basta con confiar en la experiencia de las empresas. Se necesita un sistema de control que impida que una obra maestra desaparezca sin que nadie lo note hasta tres días después.

El caso del Picasso perdido parece haberse resuelto con final feliz, pero el daño reputacional y las dudas sobre el sistema han quedado sembradas. Quizá este episodio sirva para replantear el modo en que España —y otras naciones— protegen el arte cuando está en tránsito. Porque la eternidad de lo inerte, como decía el título de la exposición, depende también de que no desaparezca en el camino.

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