Reescriben la historia de la humanidad: descubren en Turquía un puente de tierra de hace 100.000 años que conectaba Asia con Europa y estuvo oculto bajo el mar durante milenios

Un hallazgo en la costa turca de Ayvalık revela un paso ancestral sumergido que habría conectado Asia con Europa miles de años antes de lo que se pensaba.
Un hallazgo sorprendente en Turquía revela cómo cruzaron los primeros humanos a Europa Un hallazgo sorprendente en Turquía revela cómo cruzaron los primeros humanos a Europa
Un hallazgo sorprendente en Turquía revela cómo cruzaron los primeros humanos a Europa. Fotos: Kadriye / Göknur / Hande / Ligia García

Durante mucho tiempo, los mapas mentales de la prehistoria nos enseñaron que los primeros humanos llegaron a Europa atravesando el norte: desde África, pasando por el Levante, y ascendiendo hacia los Balcanes. Esa era la ruta segura, el camino repetido en libros, museos y documentales. Sin embargo, un reciente hallazgo en la región turca de Ayvalık, a orillas del mar Egeo, podría hacer tambalear esa idea.

Un equipo de arqueólogas turcas ha descubierto más de un centenar de herramientas de piedra distribuidas en diez enclaves diferentes. No es una cifra récord, pero lo que vuelve al hallazgo extraordinario no es la cantidad, sino el lugar y el contexto. Porque lo que hoy es costa fragmentada, mar, islas y olivares, hace decenas de miles de años fue tierra firme. Y, sobre todo, fue paso.

Un paisaje que ya no existe

Las protagonistas de esta historia son herramientas: hachas de mano, núcleos tallados, cuchillas y raspadores. Algunas datan de hace más de 100.000 años. Y todas tienen algo en común: aparecieron en superficie, en zonas donde jamás antes se habían encontrado restos de esta antigüedad.

Ayvalık, en la actualidad, es una zona costera salpicada de islotes, promontorios y playas. Pero durante los momentos más fríos del Pleistoceno —cuando las glaciaciones alcanzaban su máximo esplendor y los mares retrocedían hasta 120 metros— esta región formaba parte de un extenso puente de tierra entre Anatolia y el continente europeo.

Ese puente habría permitido a los grupos humanos cruzar a pie desde Asia hacia Europa, sin necesidad de embarcaciones ni travesías marítimas. Lo que hoy es mar, entonces era un pasillo natural flanqueado por montañas, ríos y valles. Un pasillo por el que caminaban humanos, llevando consigo herramientas, lenguas, costumbres… y quizás hasta leyendas.

Lo que encontraron

El trabajo de campo fue breve pero intenso: quince días de caminatas, exploraciones visuales y recogida de piezas. Sin excavaciones ni maquinaria pesada. La idea era sencilla: buscar pistas en la superficie, guiadas por la geología y las imágenes satelitales.

Y allí estaban: 138 herramientas repartidas en diferentes enclaves. Algunas eran piezas emblemáticas del Paleolítico Inferior, como los bifaces tipo hacha, tan característicos del mundo Achelense. Otras eran más recientes, con tecnologías propias del Paleolítico Medio, como los núcleos Levallois, una técnica de talla avanzada que permitía extraer láminas de forma controlada. Incluso aparecieron algunos restos que podrían vincularse al Epipaleolítico, lo que sugiere que el área fue utilizada durante decenas de miles de años.

Lo interesante no es solo el tipo de herramientas, sino el material con el que fueron hechas. La mayoría están talladas en sílex, calcedonia y cuarzo. Todas ellas son materias primas locales, lo que indica que estos grupos conocían y aprovechaban bien el entorno, y que su paso por Ayvalık no fue circunstancial ni apresurado.

Hasta ahora, Ayvalık no figuraba en los mapas de la prehistoria euroasiática. La mayoría de estudios paleolíticos en Turquía se concentraban en el centro del país o en zonas del interior. El Egeo, en cambio, era un gran vacío arqueológico para este período.

Pero este hallazgo cambia la narrativa. No solo porque aporta nuevos datos sobre la presencia humana en el oeste de Anatolia, sino porque posiciona al Egeo como una región activa en la movilidad de los homínidos. Un puente natural entre mundos. Una autopista prehistórica que, aunque hoy yace bajo las olas, hace miles de años estaba viva.

¿Quiénes eran?

El estudio no ha recuperado restos humanos, por lo que no puede asegurarse si quienes habitaron o transitaron por Ayvalık eran neandertales, Homo sapiens o ambas especies. Sin embargo, la tecnología encontrada permite inferir la coexistencia o alternancia de distintos grupos a lo largo del tiempo.

Las técnicas Levallois, por ejemplo, fueron utilizadas por neandertales y Homo sapiens por igual. Los bifaces más antiguos, en cambio, podrían corresponder a culturas anteriores, incluso al Homo heidelbergensis. En todo caso, lo que queda claro es que este paso fue usado mucho antes de lo que se pensaba.

¿Y si la historia fue otra?

Si este corredor fue utilizado sistemáticamente durante las glaciaciones, cabe la posibilidad de que algunos grupos humanos llegaran a Europa por esta vía y no por los Balcanes o el Cáucaso, como se pensaba hasta ahora. Eso reconfigura por completo las rutas de dispersión de nuestra especie, e incluso podría modificar teorías sobre el contacto entre neandertales y sapiens, o sobre la cronología de ciertas tecnologías.

La idea de una migración a través del Egeo no es nueva, pero carecía de pruebas directas. Este hallazgo ofrece, por primera vez, evidencia arqueológica concreta que respalda esa hipótesis. Y no solo eso: sugiere que bajo el mar aún pueden ocultarse cientos de yacimientos, esperando a ser descubiertos.

El equipo planea seguir investigando la zona, esta vez con métodos más avanzados: sondeos, dataciones absolutas, excavaciones estratificadas y reconstrucciones paleoambientales. Pero el verdadero reto está más allá: bajo el mar.

Los sedimentos del fondo marino podrían conservar restos aún más antiguos, incluso estructuras, huellas, herramientas enterradas desde hace más de 100.000 años. El problema, claro, es el acceso. La arqueología submarina sigue siendo costosa, lenta y tecnológicamente compleja. Pero si los resultados en superficie ya son prometedores, lo que se oculte bajo el agua podría ser revolucionario.

Una historia con rostro humano

Más allá de lo académico, este descubrimiento tiene algo profundamente humano. Las arqueólogas que participaron en el proyecto describen su experiencia con palabras que hablan de emoción, sorpresa y conexión con el pasado.

Imaginar a aquellos grupos caminando por valles ahora sumergidos, cruzando entre continentes sin saber que estaban haciendo historia, dota al hallazgo de una dimensión que va más allá de la ciencia. Es una historia de exploración, de adaptación, de supervivencia. Y, por encima de todo, de movimiento.

El estudio ha sido publicado en Journal of Island and Coastal Archaeology.