Descubren 6.000 planetas fuera del sistema solar: uno de ellos podría parecerse a la Tierra y cambiar todo lo que sabemos sobre la vida en el universo

La NASA confirma el hallazgo de 6.000 mundos alienígenas y ahora la gran pregunta es si alguno podría albergar vida como la nuestra.
Detectan 6.000 planetas fuera del sistema solar Detectan 6.000 planetas fuera del sistema solar
Detectan 6.000 planetas fuera del sistema solar. Foto: Istock

En apenas tres décadas, la humanidad ha pasado de no tener constancia de ningún planeta más allá del sistema solar a identificar más de 6.000. Esta cifra, confirmada oficialmente por la NASA en septiembre de 2025, marca un hito en la exploración espacial y abre una nueva etapa en la búsqueda de mundos similares a la Tierra… y quizás de vida más allá de nuestro planeta.

Detrás de este número redondo no hay un único descubrimiento estrella. Los planetas se suman progresivamente, tras una minuciosa verificación de señales, curvas de luz y fluctuaciones gravitatorias observadas desde telescopios en la Tierra y en el espacio. El recuento lo mantiene el Exoplanet Science Institute (NExScI) de la NASA, que ha registrado ya más de 8.000 candidatos adicionales pendientes de confirmación. Si se cumplen las previsiones de la comunidad científica, podríamos alcanzar los 10.000 planetas verificados antes de que acabe esta década.

Pero más allá del número, lo que asombra es la diversidad.

Un zoológico cósmico de mundos imposibles

En esa lista de 6.000 mundos encontramos planetas cinco veces más grandes que Júpiter orbitando tan cerca de su estrella que sus atmósferas se evaporan. Otros, más modestos, tienen masas parecidas a la de la Tierra pero están atrapados en órbitas dobles alrededor de dos soles, como si de un escenario de ciencia ficción se tratara. Los hay también que flotan en el espacio, sin estrella que los guíe, o que orbitan restos estelares como en un cementerio cósmico.

Y luego están los que parecen diseñados para romper cualquier lógica: esferas que giran a más de 1,5 millones de kilómetros por hora, mundos con atmósferas de vidrio fundido o formaciones rocosas cubiertas de lava perpetua. Incluso se han identificado algunos cuya composición sugiere la presencia de nubes hechas de rubíes o zafiros. La realidad, en este caso, supera a la imaginación.

La verdadera revolución que trae consigo este hito no es solo tecnológica, sino científica: gracias al volumen de datos recogidos por misiones como Kepler, TESS o Gaia, ahora los investigadores pueden hacer estudios estadísticos de poblaciones planetarias enteras. Esto permite detectar patrones, establecer clasificaciones y, lo más importante, buscar señales de planetas como el nuestro.

Hasta ahora, los llamados “supertierras” —planetas con un tamaño algo mayor al de la Tierra pero más pequeños que Neptuno— dominan el catálogo. Le siguen los gigantes gaseosos, los planetas del tamaño de Neptuno, los mundos rocosos y un pequeño puñado de exoplanetas de tipo desconocido que aún desafían su clasificación.

Esta distribución no se parece en nada al esquema ordenado de nuestro sistema solar, lo que obliga a los científicos a replantear teorías sobre la formación de planetas. Al parecer, lo que creíamos que era “normal” —nuestro propio sistema planetario— puede ser, en realidad, la excepción.

Un telescopio ya no basta

A medida que se descubren más planetas, los astrónomos ya no se conforman con contar mundos. Ahora quieren entenderlos. Y para eso necesitan mucho más que observación pasiva. La NASA, junto a agencias como la ESA, está impulsando una nueva generación de telescopios y tecnologías diseñadas para estudiar las atmósferas de los exoplanetas.

El telescopio espacial James Webb ya ha logrado analizar la química de más de un centenar de atmósferas planetarias, aunque aún está lejos de poder estudiar directamente planetas del tamaño y temperatura de la Tierra. Para eso se necesitan herramientas aún más precisas, como coronógrafos capaces de bloquear el fulgor de las estrellas y revelar la luz tenue de un planeta.

La misión Nancy Grace Roman, prevista para los próximos años, servirá como banco de pruebas para esta tecnología. Su coronógrafo será capaz de detectar planetas como Júpiter orbitando estrellas similares al Sol. Más adelante, el proyecto Habitable Worlds Observatory buscará dar el siguiente salto: observar planetas del tamaño de la Tierra y estudiar si sus atmósferas contienen firmas químicas asociadas con la vida.

¿Dónde está la Tierra 2.0?

Entre esos 6.000 mundos confirmados, hay de todo: gigantes, rocosos, solitarios, abrasadores… pero ninguno exactamente como la Tierra. La pregunta que late detrás de cada nuevo descubrimiento es siempre la misma: ¿Estamos solos?

Aunque se han identificado planetas en zonas habitables —la franja orbital donde podría existir agua líquida—, aún no se ha confirmado un planeta gemelo del nuestro. La dificultad radica en lo tenue de su señal. Un planeta como la Tierra, visto desde otra estrella, apenas reflejaría una millonésima parte de la luz de su estrella. Es como buscar una luciérnaga junto a un foco de estadio.

Sin embargo, el ritmo de descubrimientos es cada vez más acelerado. Hace solo tres años celebrábamos el planeta número 5.000. Ahora ya son más de 6.000. Y si las previsiones de la NASA se cumplen, en menos de siete años podríamos estar hablando de los 100.000. La pregunta ya no es si encontraremos un planeta como el nuestro, sino cuándo.

La nueva frontera de la exploración

En este nuevo capítulo de la astronomía, no se trata solo de identificar puntos de luz en el firmamento. Cada planeta representa un nuevo laboratorio natural, una pieza más en el rompecabezas de cómo se forman los sistemas planetarios y de qué condiciones hacen posible —o imposible— la vida.

Lo que hace apenas 30 años era una fantasía reservada a la ciencia ficción, hoy es una rama sólida y activa de la astronomía moderna. Con 6.000 exoplanetas confirmados y miles más en la cola de espera, la exploración de mundos alienígenas no ha hecho más que comenzar.

Como ha señalado la propia NASA, “estamos entrando en el próximo gran capítulo de la exploración: mundos más allá de nuestra imaginación”. Y quizá, en alguno de ellos, encontremos una historia tan asombrosa como la nuestra.