El 5 de noviembre de 1605, un hombre llamado Guy Fawkes fue arrestado en el sótano del Parlamento inglés con 36 barriles de pólvora, dispuesto a hacer volar por los aires al rey, a los nobles y a los obispos. Su intención era restaurar el catolicismo en una Inglaterra dominada por el protestantismo. Su fracaso le convirtió en un símbolo de la traición, pero también de la resistencia contra el poder. ¿Quién era este personaje y qué motivó su conspiración?
La Inglaterra de Jacobo I
Para entender el contexto histórico en el que se desarrolló la trama de Guy Fawkes, hay que remontarse al siglo XVI, cuando la Reforma Protestante provocó una profunda división religiosa en Europa. En Inglaterra, la ruptura con la Iglesia Católica se inició con Enrique VIII, que se proclamó jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra en 1534, y se consolidó con su hija Isabel I, que estableció un “asentamiento religioso” en 1559, que pretendía crear una iglesia nacional protestante, pero con algunos elementos católicos, como los obispos o las ceremonias tradicionales.
Sin embargo, muchos católicos ingleses se negaron a aceptar este asentamiento y sufrieron una dura persecución por parte del gobierno de Isabel. Se les prohibió celebrar sus ritos, se les impusieron multas por no asistir a los servicios de la Iglesia de Inglaterra, se les declaró traidores por imprimir o importar libros católicos y se les ejecutó por albergar o ayudar a sacerdotes católicos formados en el extranjero.
Además, el papa declaró a Isabel ilegítima y animó a sus súbditos a rebelarse contra ella. Los católicos ingleses vivían en una situación de marginación y temor, y algunos de ellos esperaban la ayuda de potencias extranjeras, como España o Francia, para restaurar el catolicismo en su país.
Cuando Isabel murió en 1603, le sucedió en el trono su primo Jacobo I, que había reinado en Escocia como Jacobo VI. Jacobo era hijo de María Estuardo, una reina católica que había sido ejecutada por Isabel, y él mismo era protestante, pero los católicos ingleses albergaban la esperanza de que fuera más tolerante con ellos.
Sin embargo, Jacobo mantuvo el asentamiento religioso de Isabel y continuó con las políticas represivas contra los católicos. También firmó un tratado de paz con España en 1604, que puso fin a la ayuda española a los católicos ingleses. Estos hechos desilusionaron a muchos católicos, que vieron frustradas sus expectativas de cambio.
La conspiración de la pólvora
Uno de los católicos más descontentos con la situación era Robert Catesby, un caballero de una familia católica de las Midlands. Catesby era un hombre carismático y persuasivo, que creía que solo un acto de violencia extrema podía acabar con la persecución que sufrían los católicos ingleses. Se le ocurrió la idea de usar pólvora para volar el Parlamento y al rey Jacobo I, y así provocar un levantamiento católico que pusiera en el trono a la hija de Jacobo, Isabel, que no estaría presente en la apertura del Parlamento.
Catesby empezó a reclutar a otros conspiradores en 1604. Los primeros fueron Thomas Winter, John Wright y Thomas Percy, todos ellos católicos desafectos. Winter viajó a Flandes, que estaba bajo el dominio español, para buscar el apoyo de España, pero no lo consiguió.
Sin embargo, encontró a alguien que sí estaba dispuesto a colaborar: Guy Fawkes, un antiguo compañero de escuela de Wright. Fawkes era un inglés que se había convertido al catolicismo y que estaba luchando por España en Flandes. Era un hombre inteligente, duro y sereno, que tenía una gran experiencia en el manejo de explosivos. Winter le convenció para que se uniera a la conspiración. En mayo de 1604, los cinco hombres se reunieron en una posada de Londres y juraron lealtad y secreto.
La conspiración fue tomando forma en los meses siguientes. Percy alquiló una casa cerca del Parlamento, donde Fawkes, que adoptó el seudónimo de John Johnson, se hizo pasar por su sirviente. Los conspiradores empezaron a adquirir pólvora y a almacenarla en el sótano de la casa. La conspiración se amplió con la incorporación de nuevos miembros que aportaron fondos y recursos. Estos fueron Robert Keyes, Robert Winter (hermano de Thomas), John Grant, Christopher Wright (hermano de John) y el criado Thomas Bates.
En marzo de 1605, Percy alquiló un sótano en el Palacio de Westminster, donde se reunía el Parlamento. La pólvora se trasladó allí, bajo la supervisión de Fawkes, que se encargaría de encenderla en el momento oportuno. Tres hombres ricos e influyentes se sumaron a la conspiración: Ambrose Rookwood, Francis Tresham y Sir Everard Digby, con lo que el número total de conspiradores ascendió a 136.
Varias veces habían planeado ejecutar el atentado cuando se abriera el Parlamento, pero se produjeron retrasos que les obligaron a esperar. Finalmente, en noviembre de 1605, parecía que el plan se iba a llevar a cabo.
Es sorprendente que, con un total de 13 conspiradores, la conspiración se mantuviera en secreto hasta que el 26 de octubre, un noble católico llamado Lord Monteagle recibió una misteriosa carta. En ella, un anónimo le advertía de que no asistiera a la apertura del Parlamento, prevista para el 5 de noviembre, porque iba a recibir “un terrible golpe”.
Monteagle, en vez de quemar la carta como le sugería el remitente, la entregó al ministro principal del rey Jacobo, Robert Cecil. Muchos protestantes ingleses sospechaban que los católicos estaban tramando derrocar al monarca e imponer un régimen católico con ayuda extranjera, y esta carta parecía confirmar sus temores.
El descubrimiento y el castigo
El autor de la carta nunca se ha podido identificar con certeza. Algunos han apuntado a Francis Tresham, uno de los conspiradores y cuñado de Monteagle, pero no hay pruebas concluyentes. En cualquier caso, una vez que Monteagle entregó la carta, se ordenó una búsqueda en los edificios cercanos al Parlamento.
El 4 de noviembre, el conde de Suffolk inspeccionó el Palacio de Westminster y no encontró nada sospechoso, salvo un almacén alquilado por Percy que contenía una gran cantidad de leña.
Más tarde, ese mismo día, Sir Thomas Knyvett, un oficial real de confianza, realizó una segunda búsqueda. El mismo almacén le llamó la atención, así como el hombre que lo custodiaba. No estaba vestido como un vigilante, sino con una capa, botas y espuelas, ropas más adecuadas para escapar rápidamente a caballo.
Los hombres de Knyvett movieron la leña y encontraron 36 barriles de pólvora escondidos detrás. El hombre, que dijo llamarse John Johnson, llevaba consigo mechas para encender la pólvora. Knyvett había descubierto una asombrosa conspiración para hacer volar a los miembros de las dos Cámaras del Parlamento, al rey, a la mayor parte de la familia real y a los principales oficiales del Estado. El objetivo era instaurar un régimen católico en la Inglaterra protestante, con la hija de Jacobo I, Isabel, como reina títere.
El hombre arrestado fue torturado en la Torre de Londres y reveló que era de Yorkshire y que su verdadero nombre era Guy Fawkes. Era uno de los varios conspiradores católicos de lo que se conoció como la Conspiración de la Pólvora. Aunque no era el cabecilla, Fawkes se convirtió en el miembro más conocido de la conspiración.
La captura y el castigo de los conspiradores
Mientras Fawkes era interrogado en la Torre de Londres, el resto de los conspiradores se enteraron de que su plan había sido descubierto. Algunos de ellos huyeron de Londres y se dirigieron a las Midlands, donde esperaban reunir apoyo entre los católicos locales.
No obstante, no encontraron la respuesta que esperaban y se vieron acorralados por las fuerzas del gobierno en una casa de Holbeche, en Staffordshire. Allí, el 8 de noviembre, se produjo un enfrentamiento armado en el que murieron cuatro conspiradores, entre ellos Catesby, el líder de la trama. Los supervivientes fueron capturados y llevados a Londres.
Fawkes y los otros conspiradores fueron juzgados por alta traición en Westminster Hall, el 27 de enero de 1606. Todos fueron declarados culpables y condenados a la pena más cruel que existía: ser arrastrados por las calles, colgados, castrados, desmembrados y quemados.
El 30 y el 31 de enero, los conspiradores fueron ejecutados en diferentes lugares de Londres, entre ellos el Parlamento y la Abadía de Westminster. Fawkes fue el último en morir, pero antes de que lo colgaran, se lanzó desde el patíbulo y se rompió el cuello, evitando así el resto de los tormentos. Pero, a pesar de ello, su cuerpo fue despedazado y sus partes distribuidas por todo el territorio como advertencia.
El legado de Guy Fawkes
La Conspiración de la Pólvora fue un intento fallido de cambiar el rumbo de la historia de Inglaterra y de Europa. Su fracaso supuso el fin de las esperanzas de los católicos ingleses de recuperar su libertad religiosa y política. Por el contrario, el rey Jacobo I se vio reforzado en su autoridad y en su defensa del protestantismo. El Parlamento aprobó leyes más duras contra los católicos, que les prohibían ejercer cargos públicos, votar, educar a sus hijos o poseer armas. Los católicos ingleses tuvieron que esperar hasta el siglo XIX para obtener algunos derechos civiles.
Sin embargo, la Conspiración de la Pólvora también tuvo un impacto cultural que perdura hasta nuestros días. El 5 de noviembre, el día en que se frustró el atentado, se convirtió en una fecha de celebración nacional, conocida como el Día de Guy Fawkes o la Noche de las Hogueras. Ese día, los ingleses encienden fuegos artificiales, hacen hogueras y queman efigies de Guy Fawkes, recordando el peligro que corrió el rey y el Parlamento. También hay una canción popular que dice:
Remember, remember, the fifth of November The Gunpowder Treason and Plot I know of no reason why the Gunpowder Treason Should ever be forgot
Guy Fawkes, Guy Fawkes, ’twas his intent To blow up the King and the Parliament Three score barrels of powder below To prove old England’s overthrow
By God’s providence he was catch’d With a dark lantern and burning match Holloa boys, holloa boys, let the bells ring Holloa boys, holloa boys, God save the King!
Pero Guy Fawkes no solo es recordado como un traidor, sino también como un rebelde. Su imagen, con su característico sombrero, su bigote y su sonrisa irónica, se ha convertido en un icono de la protesta contra el poder establecido. Su máscara fue popularizada por el cómic y la película “V de Vendetta”, que narra la historia de un anarquista que lucha contra un régimen totalitario en una Inglaterra distópica.
La máscara de Guy Fawkes ha sido adoptada por diversos movimientos sociales y políticos, como el grupo de hackers Anonymous, el movimiento Occupy Wall Street o las protestas de Hong Kong. Guy Fawkes representa el espíritu de resistencia, de desafío y de cambio.
Guy Fawkes fue un hombre que estuvo dispuesto a sacrificar su vida por una causa que consideraba justa. Su acción fue violenta y extremista, pero también valiente y decidida. Su historia nos muestra cómo un individuo puede marcar la diferencia, para bien o para mal, en el curso de la historia. Guy Fawkes es el rostro de la traición y la protesta.