Una nueva simulación advierte: estas son las probabilidades de que la Tierra sea expulsada del Sistema Solar por una estrella errante

Una estrella errante podría expulsar la Tierra del Sistema Solar antes de que el Sol la destruya. Un nuevo estudio analiza las probabilidades que existen de que esto ocurra.
La Tierra podría ser expulsada del Sistema Solar por una estrella errante La Tierra podría ser expulsada del Sistema Solar por una estrella errante
La Tierra podría ser expulsada del Sistema Solar por una estrella errante. Foto: Istock

Durante décadas, los astrónomos han contemplado con cierta seguridad el final del Sistema Solar: dentro de unos 5.000 millones de años, el Sol agotará el hidrógeno en su núcleo, se inflará hasta convertirse en una gigantesca esfera roja y abrasará, con bastante probabilidad, a Mercurio, Venus y quizás incluso a la Tierra. Pero una nueva simulación astronómica acaba de introducir un giro inesperado en este relato cósmico. Uno que parece sacado de una novela de ciencia ficción, pero que es estadísticamente plausible: una estrella que pase cerca del Sol podría desatar una catástrofe gravitacional capaz de expulsar planetas enteros —incluido el nuestro— hacia la oscuridad del espacio interestelar.

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Este escenario no forma parte de una conjetura sin base. Es el resultado de un trabajo publicado recientemente en la revista Icarus, liderado por un equipo de astrónomos que ha modelado con mayor precisión que nunca el efecto de los encuentros cercanos entre el Sol y otras estrellas a lo largo de los próximos miles de millones de años. La nota de prensa que acompaña al estudio detalla que estos encuentros no son tan improbables como se pensaba y que sus efectos pueden ser más devastadores que lo que sugerían simulaciones anteriores.

Un vecindario galáctico más peligroso de lo que creíamos

El Sistema Solar no se encuentra en una burbuja inmóvil. Se desplaza a través de la Vía Láctea, girando lentamente alrededor del centro galáctico mientras pasa por regiones más o menos densas de estrellas. En ese viaje cósmico, de vez en cuando, otras estrellas pasan cerca del Sol. “Cerca”, claro, en términos astronómicos: a menos de un pársec, es decir, 3,26 años luz. Aunque eso puede parecer lejano, las consecuencias gravitacionales de un encuentro así pueden sentirse en todo el Sistema Solar.

Los investigadores calcularon que ocurren unos 19 de estos pasos cercanos cada millón de años. En la escala de tiempo de la vida del Sol, eso significa que podríamos experimentar más de 90.000 de estos encuentros antes de que se convierta en gigante roja. Y no todos esos encuentros serían inofensivos.

La mayoría de las estrellas que pasan cerca de nosotros lo hacen a una distancia segura. Pero en una fracción muy pequeña de los casos, su gravedad puede alterar sutilmente las órbitas de los planetas más externos, como Neptuno. Ese pequeño desequilibrio, con el tiempo, puede propagarse hacia el interior, alterando también la danza precisa de los planetas más cercanos al Sol.

Y es ahí donde empieza el problema. El estudio sugiere que, en un 2 % de los escenarios simulados, al menos un planeta se pierde: o bien sale disparado fuera del Sistema Solar o colisiona con otro. Los candidatos más probables para este destino son, como era de esperar, los más pequeños o los más externos. Pero lo que realmente ha llamado la atención de la comunidad científica es que incluso la Tierra tiene una posibilidad concreta de acabar vagando sola por el vacío interestelar.

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¿Y si la Tierra se convierte en un planeta errante?

Las cifras son tan inquietantes como fascinantes. Según los modelos, hay una probabilidad del 0,2 % de que la Tierra sea expulsada del Sistema Solar por una interacción estelar futura, o que colisione con otro planeta como resultado indirecto del caos orbital. Puede parecer poco, pero en términos astronómicos, una probabilidad de una entre 500 es sorprendentemente alta para un suceso tan catastrófico.

El caso de Marte es aún más inquietante: su riesgo asciende al 0,3 %. Y Plutón, a pesar de haber sido degradado a planeta enano, no se libra: tiene un 5 % de probabilidad de volverse inestable. El principal factor en juego es la cercanía de cada planeta a las órbitas que más se ven afectadas por la gravedad de las estrellas errantes.

El fin no será como lo esperábamos

Si algo sugiere este trabajo es que el futuro del Sistema Solar podría estar menos determinado por el envejecimiento del Sol de lo que creíamos. De hecho, las simulaciones indican que los encuentros con otras estrellas podrían desencadenar pérdidas planetarias antes de que el Sol siquiera tenga la oportunidad de expandirse como gigante roja. Es decir, la expulsión de planetas no es un fenómeno que necesariamente ocurrirá dentro de miles de millones de años: podría suceder mucho antes en términos astronómicos, dependiendo de a qué estrellas nos crucemos en el camino.

Por suerte, no hay ningún paso estelar previsto en el corto plazo que suponga una amenaza real. Los astrónomos han vigilado con atención a las estrellas cercanas, y aunque algunas se acercarán más en los próximos millones de años, ninguna lo hará lo suficiente como para desatar un caos gravitacional inmediato.

Aún así, como señala la nota de prensa, los datos de Gaia —la misión europea que cartografía la posición y velocidad de más de mil millones de estrellas— han abierto la puerta a una vigilancia estelar de largo alcance. Y eso incluye predecir quién se nos viene encima, aunque tarde millones de años.

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Un universo menos estable de lo que parecía

Este nuevo estudio pone en tela de juicio la imagen de estabilidad a largo plazo que muchos daban por sentada sobre el Sistema Solar. No es que el caos sea seguro, pero tampoco es tan improbable como pensábamos. En otras palabras, la Tierra podría no desaparecer dentro del Sol, sino antes, empujada fuera de su órbita por el susurro gravitacional de una estrella que ni siquiera veremos venir.

Y aunque esa posibilidad aún esté remota en nuestras escalas de tiempo humanas, resulta estremecedor pensar que no se necesita un apocalipsis épico para que la Tierra quede huérfana de Sol. Bastaría con una visita silenciosa. Una que, en un universo repleto de movimientos imperceptibles, puede estar ya en camino.

Referencias

  • Kaib NA, Raymond SN. The influence of passing field stars on the solar system’s dynamical future. Icarus. 2025;439:116632. doi:10.1016/j.icarus.2025.116632
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