La peste negra fue una de las pandemias más devastadoras de la historia, que causó la muerte de entre 75 y 200 millones de personas en Europa y Asia entre los siglos XIV y XVII. Se trata de una enfermedad infecciosa provocada por la bacteria Yersinia pestis, que se transmite principalmente por la picadura de pulgas infectadas que viven en roedores como las ratas. Los síntomas de la peste incluyen fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, ganglios linfáticos inflamados y supurantes (llamados bubones), hemorragias internas y necrosis de la piel.
Ante esta terrible plaga, los médicos de la época intentaron combatirla con diversos métodos, algunos más efectivos que otros. Uno de los más llamativos y curiosos fue el uso de unas máscaras con forma de pico de ave, que se han convertido en un símbolo icónico y siniestro de la peste negra. ¿Qué función tenían estas máscaras y qué otras partes componían el atuendo de los médicos de la peste?
El origen del traje de los médicos de la peste
El traje de los médicos de la peste se originó en el siglo XVII, cuando la peste bubónica azotó Europa en varias oleadas. Aunque se tiene constancia de que algunos médicos ya usaban máscaras similares en el siglo XIV, fue en el XVII cuando se popularizó y se estandarizó el diseño del traje, que se atribuye al médico francés Charles de Lorme.
De Lorme era el médico personal de varias personalidades de la realeza europea, como el rey Luis XIII de Francia, el rey Carlos I de Inglaterra o Gastón de Orleans, hijo de María de Médici. De Lorme describió su traje en una carta que escribió en 1619, donde explicaba las razones y los componentes de su vestimenta.
La teoría del miasma y las máscaras picudas
El traje de los médicos de la peste se basaba en la teoría del miasma, que era la creencia predominante en la medicina medieval y renacentista sobre el origen de las enfermedades. Según esta teoría, las enfermedades se producían por la inhalación o el contacto con unos vapores o emanaciones nocivas que provenían de la materia orgánica en descomposición, los cadáveres, las aguas estancadas o los excrementos.
Estos miasmas podían alterar el equilibrio de los cuatro humores o fluidos corporales (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) que determinaban la salud y el temperamento de las personas. Para evitar o curar las enfermedades, se debía restablecer ese equilibrio mediante diversas prácticas como la sangría, la purga, el uso de hierbas medicinales o la exposición a aromas agradables.
De ahí que los médicos de la peste usaran unas máscaras con forma de pico, que medían unos 15 centímetros y que estaban rellenas de sustancias aromáticas como flores secas, hierbas, especias o vinagre. Estas sustancias se suponía que purificaban el aire contaminado por los miasmas antes de que llegara a las fosas nasales y a los pulmones del médico. Además, las máscaras tenían unos orificios a cada lado para facilitar la respiración.
El resto del traje protector
Las máscaras picudas no eran el único elemento del traje de los médicos de la peste. Estos también llevaban un sombrero cónico hecho de piel o fieltro, que indicaba su condición profesional y les protegía del sol. Asimismo, vestían una túnica larga hecha de tela gruesa o cuero encerado con sustancias aromáticas, que les cubría desde el cuello hasta los pies y les aislaba del contacto con los enfermos o los cadáveres.
Los médicos de la peste también usaban unos guantes de cuero, unas botas altas y unos pantalones ajustados que les cubrían las piernas. Además, llevaban un bastón o una vara de madera, que les servía para examinar a los pacientes sin tocarlos directamente, para apartar a los curiosos o para defenderse de posibles agresiones.
La efectividad y el significado del traje de los médicos de la peste
El traje de los médicos de la peste tenía una intención preventiva y terapéutica, pero su efectividad era muy limitada. Por un lado, las máscaras picudas no podían filtrar realmente los agentes infecciosos que causaban la peste, sino que solo enmascaraban los malos olores con otros más agradables. Por otro lado, el traje no era totalmente impermeable ni hermético, por lo que podía dejar entrar o salir partículas contaminadas.
Además, los médicos de la peste no solo se exponían al riesgo de contagio por vía respiratoria o cutánea, sino también por vía sanguínea, ya que realizaban prácticas como la sangría o la autopsia que implicaban el contacto con fluidos corporales infectados. Por tanto, el traje de los médicos de la peste era más una expresión de la ignorancia y el miedo que una solución real al problema.
Sin embargo, el traje de los médicos de la peste también tenía un valor simbólico y psicológico, tanto para ellos como para la sociedad. Para los médicos, el traje les confería una identidad profesional y una autoridad moral, además de una sensación de seguridad y confianza. Para la sociedad, el traje representaba la esperanza de una curación y la presencia de una autoridad sanitaria que intentaba controlar la situación.
El traje de los médicos de la peste se ha convertido en un icono cultural que evoca el horror y el misterio de la peste negra. Su imagen ha sido plasmada en numerosas obras de arte, literatura, cine y teatro, y ha inspirado personajes de ficción como el Doctor Schnabel von Rom (Doctor Pico de Roma) o el Doctor Parnassus. También es un disfraz popular en fiestas como el Carnaval o Halloween.