Así empieza el colapso del hielo antártico: científicos revelan el proceso silencioso que lo desencadena desde el océano

Un nuevo estudio revela cómo la pérdida del hielo marino está dejando a la Antártida vulnerable a fracturas colosales que podrían acelerar la subida del nivel del mar, justo en el momento en el que Estados Unidos dejará de compartir los datos de seguimiento.
Hallan el patrón oculto tras los colapsos de hielo en la Antártida Hallan el patrón oculto tras los colapsos de hielo en la Antártida
Hallan el patrón oculto tras los colapsos de hielo en la Antártida. Foto: Istock

En lo más remoto del planeta, donde los vientos gélidos barren vastas extensiones blancas y el océano Austral resguarda sus secretos, algo alarmante está sucediendo. Gigantescos fragmentos de plataformas de hielo —esas estructuras flotantes que frenan el deslizamiento de los glaciares hacia el mar— están quebrándose a un ritmo que empieza a preocupar incluso a los científicos más cautelosos. Y no es solo por el calentamiento global, sino por un proceso que hasta ahora había pasado casi desapercibido: la pérdida prolongada del hielo marino que actúa como una especie de “escudo” natural.

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Un nuevo estudio publicado en Nature Geoscience por un equipo internacional liderado por investigadores australianos y estadounidenses, revela que los grandes eventos de fractura en las plataformas de hielo de la Antártida, como los observados en Wilkins o Voyeykov, vienen precedidos de un fenómeno inesperado: un incremento sostenido en la flexión de sus frentes, provocado por las olas oceánicas. Y esto sucede, sobre todo, cuando se pierde ese anillo protector de hielo marino que tradicionalmente absorbía la energía del oleaje.

Un patrón que se repite: colapso tras colapso

Durante siete años, los científicos analizaron datos satelitales y modelos físicos para estudiar el comportamiento de dos grandes plataformas: Wilkins, al oeste de la Península Antártica, y Voyeykov, en el sector oriental. Lo que encontraron fue un patrón que se repite: antes de que se produjeran fracturas masivas, ambas estructuras experimentaron una intensificación prolongada en su flexión, debido al impacto directo de las olas. Esa presión constante debilitó las plataformas hasta el punto de romperlas.

Lo inquietante es que este proceso estuvo estrechamente vinculado con la desaparición gradual del hielo marino circundante. En condiciones normales, el hielo marino forma una capa doble: el hielo rápido, que está fijo al frente de la plataforma, y el hielo de deriva, más alejado. Esta doble barrera funciona como un amortiguador frente al oleaje. Pero cuando desaparece —ya sea por vientos cálidos, tormentas, o cambios en las corrientes—, las olas llegan sin filtro hasta la base de las plataformas, provocando flexiones cada vez más severas.

Uno de los casos más ilustrativos fue el de Wilkins. En apenas tres meses, entre febrero y mayo de 2008, perdió más de 2.100 km² de superficie. Las imágenes satelitales mostraban cómo grandes fracturas, algunas de más de 50 kilómetros, se propagaban por la plataforma hasta provocar su colapso. A medida que el hielo marino retrocedía, el estrés acumulado por las olas aumentaba, y los frentes se debilitaban como vidrio bajo presión. Lo más sorprendente es que este proceso no fue repentino: llevaba gestándose más de un año antes de cada evento.

El efecto dominó de un mar más salado y cálido

El hallazgo tiene implicaciones profundas. Por un lado, redefine cómo se entienden los mecanismos que desencadenan la pérdida de masa de la Antártida. Hasta ahora, se pensaba que las fracturas se producían mayoritariamente por el calentamiento del aire o el derretimiento basal desde abajo. Pero este estudio revela que el rol del hielo marino es mucho más crítico de lo que se pensaba. Su pérdida no solo expone a las plataformas al oleaje, sino que elimina un componente esencial del equilibrio climático del sur.

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Por otro lado, abre un nuevo frente de preocupación: la pérdida de este escudo marino podría amplificar las tasas de desestabilización de la Antártida mucho más rápido de lo que predicen los modelos actuales. Si el hielo flotante desaparece antes cada verano, como ha ocurrido desde 2016, las plataformas podrían enfrentarse a flexiones extremas con mayor frecuencia, acelerando la fractura de los frentes y facilitando que los glaciares descarguen hielo al océano.

Y esto no es solo un asunto antártico. Las plataformas actúan como frenos naturales del hielo continental. Cuando se rompen, los glaciares que tienen detrás aceleran su flujo hacia el mar, contribuyendo de forma directa al aumento del nivel del mar. Es como retirar la represa de un río helado.

Además, otros estudios recientes han detectado una inusual subida en la salinidad de las aguas superficiales antárticas, algo contraintuitivo, ya que el deshielo debería haberlas hecho más dulces. Sin embargo, los nuevos datos muestran que esa mayor salinidad podría estar intensificando la mezcla vertical en el océano, llevando aguas más cálidas a la superficie y favoreciendo la desaparición del hielo marino. Se trata de un bucle de retroalimentación que podría acelerar el deterioro del sistema antártico en su conjunto.

Un futuro sin datos fiables para prever lo que viene

Y como si no bastara con este panorama, otro obstáculo amenaza con entorpecer la vigilancia de estos cambios: el gobierno de EE. UU. ha anunciado que dejará de procesar y compartir ciertos datos satelitales clave a partir de julio de 2025. Esta decisión pone en riesgo la continuidad de los registros que han permitido detectar estos fenómenos en tiempo real durante décadas. Aunque agencias europeas y japonesas mantienen algunos sensores alternativos, los científicos advierten que la pérdida de estos datos estadounidenses podría crear una brecha crítica en la capacidad de monitoreo global.

La comunidad científica está alerta. Si el hielo marino sigue disminuyendo y los mecanismos descritos en el estudio de Nature Geoscience se vuelven más frecuentes, nos enfrentamos a un escenario en el que el colapso de plataformas de hielo ya no será un evento esporádico, sino una dinámica sistemática. Esto pondría en jaque las previsiones actuales sobre el aumento del nivel del mar y afectaría a millones de personas que viven en regiones costeras.

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En última instancia, el continente blanco está enviando señales inequívocas: su equilibrio está cambiando. Ya no se trata solo de temperaturas, sino de un juego delicado entre hielo, olas y estructuras que, si se rompen, desatan consecuencias que llegan mucho más allá del Polo Sur. La Antártida está dejando de ser un espejo congelado y silencioso, para convertirse en un actor activo del cambio climático global.

Referencias

  • Teder, N.J., Bennetts, L.G., Reid, P.A. et al. Large-scale ice-shelf calving events follow prolonged amplifications in flexure. Nat. Geosci. (2025). doi:10.1038/s41561-025-01713-4