Encuentran momias de guepardos en Arabia: llevaban miles de años ocultas en cuevas del desierto

Un sorprendente hallazgo en Arabia Saudí revela momias naturales de guepardos de hace más de 4.000 años, una ventana al pasado que podría ayudar a reintroducirlos en el futuro.
Se cree que los ejemplares quedaron atrapados en el interior de la cueva, donde las condiciones de temperatura constante y baja humedad favorecieron su conservación natural hasta convertirlos en auténticas momias Se cree que los ejemplares quedaron atrapados en el interior de la cueva, donde las condiciones de temperatura constante y baja humedad favorecieron su conservación natural hasta convertirlos en auténticas momias
Se cree que los ejemplares quedaron atrapados en el interior de la cueva, donde las condiciones de temperatura constante y baja humedad favorecieron su conservación natural hasta convertirlos en auténticas momias. Foto: Research Square (2025)

Durante décadas se pensó que los guepardos desaparecieron silenciosamente de la península arábiga. Pero un sorprendente hallazgo en el norte de Arabia Saudí ha reescrito su historia: siete ejemplares momificados de forma natural, junto a más de medio centenar de esqueletos, han salido a la luz desde las profundidades de un sistema de cuevas desérticas.

Este descubrimiento, descrito en un preprint publicado por el National Center for Wildlife y liderado por Ahmed Boug, ha revelado la primera evidencia de momificación natural en grandes felinos en cualquier parte del mundo. La investigación, aún en fase de revisión por pares, abre nuevas puertas al pasado ecológico de la región y ofrece pistas clave para la conservación futura de esta especie en peligro crítico de extinción.

El desierto guardaba un secreto felino de más de 4.000 años

Las momias fueron halladas en 2022 y 2023, durante un extenso reconocimiento del sistema de cuevas Lauga, cerca de la frontera entre Arabia Saudí e Irak. No eran simples huesos enterrados en la arena: los cuerpos de siete guepardos estaban conservados con un nivel de detalle asombroso, incluyendo piel seca, tejidos blandos y cráneos intactos.

«Los resultados aquí reportados demuestran, por primera vez, la momificación natural de un gran felino, en este caso guepardos árabes, preservados en ambientes cavernosos del norte de Arabia Saudita», escriben los autores en el preprint.

El ejemplar más antiguo fue datado mediante carbono-14 con una antigüedad de 4.223 años, mientras que el más reciente tenía apenas 127 años. Entre ambos extremos, una ventana temporal de casi 4.000 años da cuenta de la persistencia del guepardo en la región mucho más allá de lo que la documentación histórica sugería.

Hasta ahora, la presencia del Acinonyx jubatus en la península arábiga se conocía solo por una decena de registros esporádicos entre los siglos XIX y XX. Esta nueva evidencia arqueozoológica no solo confirma que los guepardos estuvieron allí, sino que sobrevivieron durante milenios.

Cuevas, momificación y genética: una historia de supervivencia y extinción

La clave del fenómeno está en el microclima de las cuevas. Temperaturas estables, aire seco y suelos áridos crearon un entorno perfecto para que la descomposición se detuviera y los cuerpos se conservaran sin intervención humana. No había signos de momificación ritual como en Egipto, sino un proceso puramente natural.

«El grado de preservación del cráneo, la mandíbula y el foramen magnum, así como las conexiones articulares bien mantenidas que mantienen en su lugar el cráneo, la mandíbula, las estructuras cervicales, el tórax y las vértebras», describen los investigadores tras reconstrucciones en 3D del espécimen mejor conservado.

Además de los siete cuerpos momificados, el equipo extrajo restos esqueléticos de 54 individuos adicionales, así como de otras especies como zorros, lobos, hienas y gacelas. Algunas cuevas, como la principal, estaban accesibles únicamente a través de un sumidero, lo que sugiere que varios animales, incluidos guepardos, pudieron haber caído accidentalmente sin poder salir.

Sin embargo, la distribución de los restos también sugiere un patrón más complejo. Se hallaron cráneos de seis adultos, catorce subadultos y nueve cachorros. Esto llevó a los autores a especular que “las hembras adultas podrían haber usado algunas de estas cuevas como refugio temporal con sus crías”.

Por su parte, cámaras trampa instaladas durante la investigación captaron la presencia actual de lobos en el interior de las mismas cuevas. Esto indica que, al menos en parte, estos espacios han sido accesibles y utilizados como refugio por depredadores desde hace siglos.

ADN milenario: un mensaje para la conservación del futuro

Más allá del hallazgo arqueológico, lo más relevante del estudio puede estar en la genética. El equipo logró secuenciar genomas completos de tres individuos: el más joven —la momia más reciente— se agrupó claramente con el guepardo asiático (Acinonyx jubatus venaticus), hoy prácticamente extinto en estado salvaje y reducido a unos pocos ejemplares en Irán.

Pero dos de los especímenes más antiguos, de hace más de 3.000 y 4.000 años, mostraron una relación genética más estrecha con el guepardo del noroeste africano (A. j. hecki), una subespecie presente actualmente solo en pequeños núcleos fragmentados del Sahel.

Estos datos sugieren conexiones genéticas y posiblemente migratorias entre África y la península arábiga en épocas pasadas, cuando las condiciones ecológicas y la presión humana eran muy distintas.

«La joven momia se relaciona estrechamente con muestras modernas de A. j. venaticus, mientras que los restos esqueléticos más antiguos se relacionan más con A. j. hecki«, concluyen los autores tras los análisis de ADN nuclear y mitocondrial.

Este descubrimiento es clave para un posible futuro: la reintroducción del guepardo en Arabia. Dado que los guepardos asiáticos están al borde de la extinción y su cría en cautividad es limitada, los científicos consideran que se podrían utilizar ejemplares de subespecies africanas —más abundantes— que han demostrado ser genéticamente próximas y capaces de sobrevivir en ambientes áridos similares.

«Nuestros resultados destacan el importante papel que las cuevas áridas del suelo pueden desempeñar como depósitos de biodiversidad antigua que, en ausencia de puntos de referencia, informan los esfuerzos de conservación y reintroducción», señala el estudio.

Un archivo natural de cuatro milenios

Las cuevas de Lauga se han revelado como algo más que un refugio natural: son una especie de museo natural bajo tierra. Allí se guardaban, en silencio, fragmentos de una historia perdida de interacción entre animales, clima y paisaje. Una cápsula del tiempo que hoy permite no solo reescribir el pasado del guepardo en Arabia, sino proyectar un futuro posible para su regreso.

La imagen de un felino solitario atrapado en una cueva por una tormenta de arena o una madre escondiendo a sus cachorros de depredadores más grandes resuena como una escena detenida en el tiempo, convertida en evidencia por los caprichos del desierto.

Porque la historia que contaban los huesos era incompleta. Y ahora, gracias a estas momias milenarias, el relato se enriquece, conecta continentes y ofrece esperanza para una especie que alguna vez corrió libre entre las dunas arábigas.

Nota del editor

Este artículo se basa en un estudio científico en formato preprint, disponible en la plataforma Research Square. El estudio aún no ha sido revisado por pares, por lo que sus conclusiones deben considerarse preliminares hasta que sean validadas por la comunidad científica.