Descubren un ‘dragón marino’ de 185 millones de años con estructura facial en forma de espada y heridas de batalla: el fósil más completo de su época revela un cambio evolutivo clave

Un fósil marino de 185 millones de años descubierto en la Costa Jurásica de Inglaterra revela un eslabón perdido clave en la evolución de los reptiles marinos tras una extinción masiva.
El reptil marino habría habitado los océanos hace entre 193 y 184 millones de años El reptil marino habría habitado los océanos hace entre 193 y 184 millones de años
El reptil marino habría habitado los océanos hace entre 193 y 184 millones de años. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Durante más de dos décadas, un esqueleto fósil recogía polvo en las colecciones del Royal Ontario Museum de Canadá. Su aspecto era impresionante. Se trataba de una criatura de tres metros de largo, con una mandíbula estrecha como una espada, un cráneo enorme y dientes finos como agujas. Sin embargo, nadie sabía realmente qué era. Hasta ahora.

Un reciente estudio publicado en Papers in Palaeontology ha resuelto el misterio. El fósil, encontrado en 2001 en los acantilados de Golden Cap, en la icónica Costa Jurásica de Dorset (Inglaterra), pertenece a una especie completamente nueva de ictiosaurio: Xiphodracon goldencapensis, el “dragón espada de Golden Cap”. Y su importancia va mucho más allá de lo espectacular del hallazgo.

Un fósil único de una época olvidada

Los ictiosaurios fueron depredadores marinos que dominaron los océanos durante el Mesozoico, mientras los dinosaurios lo hacían en tierra firme. Su aspecto recuerda a una mezcla improbable entre un delfín, un tiburón y un pez espada. Aunque los paleontólogos han encontrado cientos de fósiles de ictiosaurios del Jurásico temprano, casi todos pertenecen a dos etapas muy concretas, el Hettangiense y el Toarciense. Entre ambas hay un vacío: el Pliensbachiense, una etapa de unos 10 millones de años (entre 193 y 184 millones atrás) de la que apenas se conocían fósiles completos.

Ese es precisamente el periodo al que pertenece Xiphodracon. Su hallazgo cubre un hueco clave en el registro fósil y ayuda a entender un momento de gran agitación evolutiva. Durante el Pliensbachiense, muchas especies de ictiosaurios desaparecieron y fueron reemplazadas por formas completamente nuevas. Este fenómeno, conocido como «reemplazo faunístico», había sido difícil de precisar hasta ahora. La nueva especie aparece justo en medio de ese proceso, lo que permite situar el cambio en una fecha más temprana de lo que se pensaba.

La criatura, bautizada con el evocador nombre de Xiphodracon goldencapensis (del griego xiphos, espada, y drakon, dragón), vivió en un mundo marcado por el resurgimiento de la vida tras la gran extinción del Triásico. Los océanos aún se estaban reorganizando. Era una época de gigantes marinos, pero también de competencia feroz y predadores implacables.

Los paleontólogos Dean Lomax, Judy Massare y Erin Maxwell aparecen junto al imponente fósil de un reptil marino de hocico alargado, descubierto en 2001 pero analizado en detalle solo en años recientes
Los paleontólogos Dean Lomax Judy Massare y Erin Maxwell aparecen junto al imponente fósil de un reptil marino de hocico alargado descubierto en 2001 pero analizado en detalle solo en años recientes

El esqueleto, sorprendentemente completo, revela un animal ágil, con un cráneo estilizado, dientes pequeños pero afilados, y unas aletas robustas que sugieren una gran capacidad natatoria. Pero también muestra signos de una vida dura. Por ejemplo, los investigadores han identificado malformaciones en las extremidades y dentadura que indican enfermedad o trauma, y una fractura en el cráneo que apunta a una mordida mortal, probablemente de otro ictiosaurio más grande.

Lejos de ser una curiosidad trágica, estas pistas aportan un valioso retrato de la cadena trófica de los mares jurásicos. En aquellos ecosistemas, incluso un depredador como Xiphodracon podía convertirse en presa.

Características nunca vistas en otros ictiosaurios

Más allá de su importancia evolutiva, Xiphodracon presenta una morfología única. Su hocico largo y estrecho, parecido a una espada, no solo inspiró su nombre, sino que también lo diferencia de cualquier otra especie conocida de su época. Cerca de las fosas nasales, el cráneo muestra una serie de proyecciones óseas en forma de espinas o «prongas», estructuras jamás observadas en otros ictiosaurios. Se desconoce aún su función exacta, aunque podrían estar relacionadas con órganos sensoriales o glándulas salinas.

Otra particularidad es la forma en que los huesos del cráneo encajan entre sí, como si fueran piezas de un complejo rompecabezas. Este rasgo ha llevado a los investigadores a proponer que Xiphodracon forma parte de un nuevo clado dentro de la familia Leptonectidae, al que han llamado Hauffiopterygia. Es decir, no es solo una especie nueva, sino que podría inaugurar una nueva rama en el árbol genealógico de los ictiosaurios.

Un hallazgo con historia (y paciencia)

La historia del fósil también es digna de una novela paleontológica. Fue descubierto en 2001 por Chris Moore, un experimentado cazador de fósiles que lleva décadas explorando los acantilados de Dorset, zona mundialmente famosa desde los tiempos de Mary Anning. Moore lo encontró tras un derrumbe causado por una tormenta, en una sección poco accesible de la costa. El ejemplar fue comprado poco después por el Royal Ontario Museum (Canadá), pero no fue hasta 2016 que el paleontólogo británico Dean Lomax reparó en su rareza.

Desde entonces, el proceso de limpieza, análisis y comparación con otros fósiles ha llevado años. La publicación en octubre de 2025 en Papers in Palaeontology marca la culminación de más de dos décadas de trabajo. El estudio, firmado por Dean Lomax, Judy Massare y Erin Maxwell, no solo describe la nueva especie, sino que redefine parte del panorama evolutivo de los reptiles marinos tras el Triásico.

¿Por qué es tan importante Xiphodracon?

A nivel evolutivo, este fósil permite ubicar con más precisión el momento en que una fauna de ictiosaurios fue sustituida por otra completamente distinta. Ese cambio ha sido comparado con una “transición de poder” en el océano prehistórico. Lo más llamativo es que, hasta ahora, no se había identificado ningún fósil tan completo y tan bien conservado del Pliensbachiense que permitiera conectar esos puntos.

Además, su descubrimiento pone en valor la importancia de los fósiles «olvidados» en los archivos de museos. Durante años, Xiphodracon fue solo una pieza más en una vitrina canadiense. Hoy, es una estrella de la paleontología que contribuye a resolver un misterio de casi 200 millones de años.

Para Chris Moore, el descubridor del fósil, la emoción sigue intacta. Ha encontrado más de una docena de ictiosaurios a lo largo de su carrera, pero pocos con tanta repercusión científica. Su duda ahora es si celebrar el hallazgo con una copa de champagne o una taza de té, un dilema muy británico para un hallazgo global.

El fósil de Xiphodracon goldencapensis ya forma parte de la colección permanente del Royal Ontario Museum, donde podrá ser visitado por el público. Con su cráneo afilado, su ojo gigantesco y su pasado turbulento, este antiguo «dragón espada» emerge como una de las piezas más fascinantes del rompecabezas jurásico.