Por primera vez en la historia, dos naves espaciales en órbita alrededor de Marte han conseguido captar el paso de un cometa interestelar, un objeto forastero que no pertenece a nuestro sistema solar. Se trata de 3I/ATLAS, apenas el tercer cometa de origen interestelar jamás detectado por la humanidad. Entre el 1 y el 7 de octubre de 2025, la sonda ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO) y la veterana Mars Express, ambas de la Agencia Espacial Europea (ESA), dirigieron sus cámaras hacia el cielo marciano para registrar este raro fenómeno astronómico.
Un punto borroso, pero de incalculable valor científico
El 3 de octubre, 3I/ATLAS pasó a unos 30 millones de kilómetros de Marte. A esa distancia, su núcleo de hielo y roca apenas se distingue como un punto ligeramente borroso. Sin embargo, su importancia va mucho más allá de lo visual. “El cometa es alrededor de 10.000 a 100.000 veces más tenue que nuestro objetivo habitual”, explicó Nick Thomas, investigador principal de la cámara CaSSIS de ExoMars TGO.
A pesar del desafío técnico, la cámara logró capturar una serie de imágenes donde puede observarse un tenue halo blanco moviéndose en el centro del campo visual. Ese halo, conocido como coma, es la nube de gas y polvo que rodea al núcleo de los cometas cuando se acercan al Sol. En el caso de 3I/ATLAS, esta atmósfera se ha formado al calentarse por la radiación solar, liberando gases que antes permanecían congelados.
Según la ESA, “CaSSIS no pudo distinguir el núcleo de la coma, porque 3I/ATLAS estaba demasiado lejos. Imaginarlo sería como intentar ver un teléfono móvil en la Luna desde la Tierra”. Pero aunque el núcleo no se diferencie claramente, la observación de la coma proporciona pistas cruciales sobre la composición del cometa y su comportamiento térmico.
La oportunidad de estudiar un cometa forastero en acción
A diferencia de los cometas que orbitan regularmente nuestro Sol, los cometas interestelares como 3I/ATLAS se formaron en otros sistemas estelares y fueron expulsados al espacio interestelar. Son fragmentos primigenios que condensaron alrededor de otras estrellas, con composiciones químicas que podrían diferir radicalmente de las de nuestros propios cometas.
“Estos objetos son los primeros bloques de construcción que podemos observar de esos sistemas”, explica Michael Küeppers, científico del proyecto Comet Interceptor de la ESA. “Nos dicen mucho sobre las condiciones en el sistema estelar donde se formaron”.
Y es que, a pesar de lo lejano de su paso, los datos recogidos por las naves de la ESA podrían marcar un antes y un después en nuestra comprensión de la química y la dinámica de estos cuerpos cósmicos. El espectrómetro NOMAD de ExoMars TGO, junto a los instrumentos OMEGA y SPICAM de Mars Express, intentaron registrar el espectro de luz emitido por el cometa. Todavía no está claro si la coma y la cola eran lo suficientemente brillantes para que los espectros sean útiles, pero el análisis continúa.
Como explicó la ESA en su comunicado oficial, “los científicos seguirán analizando los datos durante las próximas semanas y meses para intentar averiguar más sobre de qué está hecho 3I/ATLAS y cómo se comporta al acercarse al Sol”.
Un visitante del espacio profundo, más allá del Sistema Solar
3I/ATLAS fue detectado por primera vez el 1 de julio de 2025 desde el telescopio ATLAS en Río Hurtado, Chile. Su órbita hiperbólica confirmó enseguida su procedencia interestelar. Su nombre refleja ese estatus: el prefijo “3I” lo identifica como el tercer objeto interestelar identificado, tras el célebre ‘Oumuamua en 2017 y 2I/Borisov en 2019.
Pero si algo diferencia a 3I/ATLAS de sus predecesores es la oportunidad de observarlo de cerca. Mientras que ‘Oumuamua pasó demasiado rápido y Borisov no se acercó tanto al Sol, ATLAS ofrece una oportunidad única. Y es que su trayectoria lo lleva más cerca de nuestra estrella, lo que lo hace más activo, liberando más gas y polvo, y por tanto, más fácil de estudiar.
En palabras de Colin Wilson, científico del proyecto ExoMars en la ESA, “aunque nuestras sondas en Marte siguen haciendo contribuciones impresionantes a la ciencia del planeta rojo, siempre es emocionante verlas responder a situaciones inesperadas como esta”.
Un camino fugaz por el sistema solar
Tras su encuentro con Marte, el cometa se dirige ahora hacia el Sol, donde alcanzará su punto más cercano a finales de octubre. Después, la misión Juice (Jupiter Icy Moons Explorer), también de la ESA, lo observará nuevamente. Aunque Juice estará más lejos, podrá captar al cometa en su punto máximo de actividad. Se espera que los datos de esa observación no estén disponibles hasta febrero de 2026.
Después de pasar cerca de Júpiter en marzo, 3I/ATLAS continuará su trayectoria y abandonará para siempre el Sistema Solar. Su paso fugaz dejará tras de sí una estela de datos y preguntas. ¿Qué materiales contiene? ¿Qué diferencias muestra respecto a cometas «domésticos»? ¿Podría algún día una misión interceptar uno de estos objetos para estudiarlo de cerca?
Para eso precisamente se está preparando la misión Comet Interceptor de la ESA, programada para 2029. Será una sonda colocada en una órbita de espera, lista para lanzarse al encuentro de un cometa recién descubierto. “Cuando se seleccionó Comet Interceptor en 2019, solo conocíamos un objeto interestelar. Desde entonces se han descubierto dos más, mostrando una gran diversidad”, explica Küeppers. “Visitar uno podría suponer un gran avance en la comprensión de su naturaleza”.
Aunque la probabilidad de que otro objeto como 3I/ATLAS sea alcanzable por esa misión es baja, la iniciativa representa una apuesta por estar preparados para responder a lo inesperado, a lo que cruza nuestro camino por un breve instante y se marcha para no volver.