Una estructura colosal oculta bajo las Bermudas desconcierta a los científicos: no hay nada igual en el planeta

Una gigantesca capa de roca bajo las Bermudas, desconocida hasta ahora, podría explicar por qué el archipiélago sigue elevado tras 31 millones de años sin volcanes.
Los científicos aún no tienen claro cómo se formó esta enorme capa de roca ni por qué, aunque todo apunta a que está relacionada con una intensa actividad volcánica que desapareció en la región hace unos 31 millones de añosLos científicos aún no tienen claro cómo se formó esta enorme capa de roca ni por qué, aunque todo apunta a que está relacionada con una intensa actividad volcánica que desapareció en la región hace unos 31 millones de años
Los científicos aún no tienen claro cómo se formó esta enorme capa de roca ni por qué, aunque todo apunta a que está relacionada con una intensa actividad volcánica que desapareció en la región hace unos 31 millones de años. Foto: Istock

En las profundidades del Atlántico Norte, justo bajo la superficie de uno de los archipiélagos más enigmáticos del mundo, los científicos acaban de hacer un hallazgo que está reescribiendo lo que creíamos saber sobre la evolución geológica de la Tierra. En lugar de encontrar la estructura típica de corteza oceánica y manto, un equipo de geofísicos ha descubierto una capa de roca de 20 kilómetros de espesor bajo las Islas Bermudas. Este bloque, más denso que la corteza oceánica pero más ligero que el manto que lo rodea, actúa como una especie de balsa geológica que eleva al archipiélago por encima del fondo oceánico.

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La revelación llega tras décadas de incertidumbre. Las Bermudas, a diferencia de otras islas volcánicas como Hawái, no presentan una cadena volcánica progresiva ni evidencia de un punto caliente activo en el manto. Tampoco se han registrado erupciones recientes: su última actividad volcánica data de hace 31 millones de años. Y sin embargo, el archipiélago sigue elevado, formando una especie de meseta oceánica inexplicada hasta ahora. Esta anomalía ha sido un misterio para geólogos y vulcanólogos, que no lograban comprender cómo podía mantenerse una estructura tan prominente sin una fuente térmica activa debajo.

Todo cambió cuando los investigadores, usando sofisticadas técnicas de análisis sísmico, comenzaron a estudiar los ecos de terremotos distantes que atravesaban las capas internas bajo las Bermudas. Aprovechando la única estación sísmica permanente en el archipiélago, detectaron la presencia de una cuarta interfaz a unos 31 kilómetros de profundidad, una señal consistente con un bloque rocoso masivo y homogéneo, diferente a cualquier otro registrado en otras islas oceánicas del mundo. Este tipo de imagen permite identificar los puntos donde las ondas sísmicas cambian de velocidad al atravesar diferentes tipos de materiales. Lo que encontraron fue tan inusual como claro: bajo las Bermudas había algo que no encajaba en ningún modelo estándar.

El origen de esta capa sigue siendo objeto de debate, pero todo apunta a un episodio volcánico particularmente intenso durante el Mioceno, cuando el ascenso de material del manto habría fracturado la litosfera y generado una intrusión masiva de magma que nunca llegó a emerger. En lugar de formar nuevas islas o prolongar la actividad volcánica, este magma se habría enfriado y solidificado bajo la corteza, formando una estructura intermedia entre esta y el manto. Una especie de “bajo-fondo” sólido que hoy actúa como sostén del relieve bermudeño.

Este tipo de estructura no es del todo desconocida. Se han identificado capas similares bajo otras islas volcánicas, pero ninguna tan gruesa como la de las Bermudas. En lugares como la isla de Reunión o los Marquesas, suele tener entre 5 y 10 kilómetros de espesor. El doble registrado en las Bermudas hace que el hallazgo sea excepcional.

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La peculiaridad de las Bermudas no termina ahí. La composición de las rocas volcánicas del archipiélago también apunta a un origen poco habitual. Investigaciones anteriores han demostrado que las lavas son ricas en carbono y pobres en sílice, lo que sugiere una fuente profunda y alterada químicamente. El carbono presente en estas rocas podría haber sido empujado al manto hace cientos de millones de años, cuando el supercontinente Pangea aún existía. Esta presencia de materiales reciclados, almacenados durante eones en el manto medio, podría haber dado lugar a una fusión parcial excepcionalmente intensa en el momento de la formación del archipiélago.

Es como si las Bermudas fueran el vestigio congelado de un proceso geodinámico que solo ocurre en contextos extremos: un punto en el corazón de un antiguo supercontinente, donde los restos de colisiones tectónicas pasadas se mezclan con materiales primigenios del interior terrestre.

El hallazgo también aporta una nueva clave para entender por qué el relieve de las Bermudas no ha colapsado por el peso del tiempo. La capa identificada es menos densa que el manto que la rodea, lo que le confiere una flotabilidad que compensa la falta de empuje térmico desde abajo. A lo largo de 31 millones de años, las islas no han sufrido el hundimiento esperado para una estructura sin actividad volcánica activa. De hecho, se mantienen erguidas, como si flotaran sobre una almohadilla de roca menos densa, estabilizadas por su propia historia geológica.

El estudio incluso ha estimado que esta capa de roca es apenas un 1,5% menos densa que el manto circundante. Parece poco, pero a escala geológica es más que suficiente para explicar los 500 metros de elevación media del fondo marino que rodea al archipiélago.

Más allá del aspecto técnico, este descubrimiento pone a las Bermudas en el centro de una nueva narrativa científica. No se trata solo de unas islas más en el Atlántico, sino de una cápsula del tiempo geológica que permite observar procesos raros y extremos que no se manifiestan en otros lugares del planeta. Si este tipo de estructura no aparece bajo otras islas volcánicas, podría significar que las Bermudas son efectivamente únicas, o bien que aún no hemos mirado con el detalle necesario en otros lugares.

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Lo que es seguro es que este descubrimiento abre la puerta a una revisión de cómo entendemos los procesos que dan forma a las islas oceánicas. La idea tradicional de que todas ellas surgen y desaparecen al compás de puntos calientes en el manto podría estar incompleta. En el caso de las Bermudas, un solo episodio volcánico parece haber sido suficiente para alterar la estructura profunda de la litosfera de forma permanente.

Hoy, los investigadores siguen buscando señales de estructuras similares bajo otras islas del mundo, tratando de averiguar si las Bermudas son una rareza geológica o la primera pieza de un rompecabezas aún por descubrir. Mientras tanto, el archipiélago, famoso por su mítica “triángulo”, suma ahora un misterio mucho más real: el de su propia resistencia a desaparecer.

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