Nueva teoría reescribe la tragedia del Endurance: Shackleton habría zarpado sabiendo que su barco no resistiría el hielo antártico

Un nuevo análisis técnico y documental demuestra que el legendario barco polar no era tan fuerte como se creía… y su capitán lo sabía.
Un nuevo estudio revela que Shackleton conocía las debilidades estructurales del barco antes de enfrentarse al hielo antártico Un nuevo estudio revela que Shackleton conocía las debilidades estructurales del barco antes de enfrentarse al hielo antártico
Un nuevo estudio revela que Shackleton conocía las debilidades estructurales del barco antes de enfrentarse al hielo antártico. Foto: Biblioteca Mitchell / Biblioteca Estatal de Nueva Gales del Sur

Durante más de un siglo, la historia del Endurance ha sido contada como una de las grandes epopeyas del siglo XX: un barco atrapado por el hielo en los confines del planeta, una tripulación que sobrevivió a lo imposible, y un líder que encarnó el valor ante el desastre. Sin embargo, un nuevo estudio está reescribiendo esta leyenda. Lo que antes se creía un naufragio inevitable causado por la furia del hielo, hoy se revela como una cadena de decisiones cuestionables… y evitables.

Un análisis pionero publicado en Polar Record, liderado por el investigador y experto en mecánica estructural Jukka Tuhkuri, de la Universidad Aalto (Finlandia), ha sacado a la luz información que lo cambia todo. Y es que el Endurance no fue el buque indestructible que la historia popular ha mitificado. Al contrario, su diseño presentaba debilidades estructurales importantes, y su construcción no era adecuada para las condiciones de presión extrema del hielo antártico. Más aún, hay indicios de que el propio Shackleton conocía estos fallos antes de iniciar su expedición.

El mito del barco más fuerte de su época

Cuando el Endurance fue construido en Noruega en 1912, se lo promocionó como uno de los barcos de madera más resistentes jamás fabricados. Su casco reforzado y su aspecto sólido transmitían confianza, y su destino original no era cruzar la Antártida, sino ofrecer aventuras turísticas en el Ártico. Pero con el estallido de la Primera Guerra Mundial y la compra del navío por Shackleton, el buque fue redirigido hacia una misión infinitamente más exigente: atravesar el continente helado de sur a norte.

Aquí es donde comienza la disonancia. El Endurance fue diseñado para navegar entre icebergs dispersos del verano ártico, no para resistir los bloques de hielo en constante compresión que caracterizan al corazón del mar de Weddell en invierno. Y sin embargo, ese fue exactamente el infierno blanco al que fue enviado.

Puntos débiles que se conocían… y se ignoraron

Uno de los hallazgos más importantes del estudio de Tuhkuri es la debilidad del área del motor. A diferencia de otros barcos polares de la época, el Endurance tenía una sala de máquinas más amplia y sin las vigas necesarias para soportar la presión transversal del hielo. Además, carecía de vigas diagonales de refuerzo que sí habían demostrado su eficacia en otros navíos, como el Deutschland, que logró resistir meses atrapado en condiciones similares sin hundirse.

El análisis no se limita a cálculos estructurales. El investigador también estudió cartas privadas, diarios de a bordo y decisiones previas al viaje. En uno de esos documentos personales, Shackleton reconocía que el Endurance no era tan fuerte como su anterior barco, el Nimrod. Y lo más impactante: él mismo había recomendado el uso de vigas diagonales a otros exploradores años antes.

La pregunta que surge es inevitable: ¿por qué Shackleton decidió seguir adelante con un barco que él mismo consideraba insuficiente?

La expedición quedó atrapada en el hielo en enero de 1915. A lo largo de los meses siguientes, el casco fue sometido a una presión cada vez mayor. Hubo vibraciones, crujidos, deformaciones, filtraciones. El hielo, en lugar de rodear al barco, lo apretaba como una prensa. Hasta que, en octubre de ese mismo año, el casco cedió.

El análisis muestra que el punto de ruptura fue la quilla, que actuaba como columna vertebral del barco. Su colapso provocó que la estructura se partiera. La teoría de que el timón fue el talón de Aquiles, repetida durante décadas, queda relegada. El verdadero culpable fue la incapacidad del Endurance para resistir las fuerzas horizontales del hielo. Un fallo de diseño, no de azar.

Un cambio de perspectiva sobre la figura de Shackleton

La reinterpretación no desmitifica la valentía de Shackleton ni la increíble hazaña de supervivencia que logró junto a sus hombres. Pero sí añade un matiz crucial, puesto que el desastre pudo haber sido, si no evitado, al menos mitigado. La imagen de un líder que desafía a la naturaleza se complementa ahora con la de un hombre que aceptó riesgos estructurales de los que era consciente.

Algunos historiadores creen que las prisas, las limitaciones económicas o la imposibilidad de encontrar otro barco explican la decisión. Pero el nuevo estudio demuestra que existía el conocimiento técnico para reforzar el Endurance. No se hizo. El mito sigue vivo, pero es más humano, más complejo y, por eso mismo, más fascinante.

En 2022, el pecio del Endurance fue localizado a 3.000 metros de profundidad en un estado sorprendentemente bien conservado. Las fotografías del casco hundido, que muestran el timón desprendido y la quilla rota, coinciden punto por punto con lo que predice el análisis estructural del estudio. La historia escrita bajo el hielo durante más de un siglo comienza, por fin, a ser leída con nuevos ojos.