El cambio climático es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. El aumento de las temperaturas, el deshielo de los polos, la subida del nivel del mar, la pérdida de biodiversidad, la desertificación o la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos son algunas de las consecuencias que amenazan la vida en el planeta. Para evitar o mitigar estos efectos, es necesario adoptar medidas urgentes que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y que favorezcan la adaptación a las nuevas condiciones climáticas.
Una de las medidas más importantes es el desarrollo y la implantación de las energías renovables, es decir, aquellas que se obtienen de fuentes naturales inagotables, como el sol, el viento, el agua o la biomasa. Estas energías tienen la ventaja de ser limpias, ya que no generan contaminación ni residuos, y de ser sostenibles, ya que no agotan los recursos ni comprometen las necesidades de las generaciones futuras. Además, las energías renovables pueden contribuir a la creación de empleo, al desarrollo económico y social y a la reducción de la dependencia energética.
Otra medida clave es la conservación y restauración de los bosques, que son ecosistemas fundamentales para el equilibrio ambiental y para el bienestar humano. Los bosques cumplen múltiples funciones, como regular el ciclo del agua, prevenir la erosión del suelo, albergar una gran diversidad de especies animales y vegetales, proporcionar alimentos, medicinas y materiales o ofrecer espacios para el ocio y la educación. Pero además, los bosques son sumideros naturales de carbono, es decir, que capturan y almacenan el dióxido de carbono (CO2) que se emite a la atmósfera y que contribuye al calentamiento global.
Sin embargo, tanto los proyectos de energía renovable como los bosques son difíciles de monitorizar y evaluar a escala global, debido a su extensión y diversidad. Por eso, se necesita una herramienta que permita obtener una visión precisa y actualizada de su situación y evolución. Y esa herramienta es Satlas, una plataforma creada por el Instituto Allen para la Inteligencia Artificial (AI2), fundado por Paul Allen, cofundador de Microsoft.
¿Qué es Satlas y por qué puede ser útil en la lucha contra el cambio climático?
Satlas es una herramienta gratuita y accesible para el público que utiliza imágenes satelitales de la Agencia Espacial Europea (ESA) para generar mapas interactivos de los proyectos de energía renovable y la cobertura arbórea en todo el mundo. Estos mapas se actualizan mensualmente e incluyen las partes del planeta que son monitoreadas por los satélites Sentinel-2. Estos satélites pueden captar imágenes con distintos niveles de resolución y espectro, lo que permite obtener información valiosa sobre el estado y los cambios del medio ambiente.
Pero estas imágenes aún tienen una calidad limitada y pueden estar afectadas por factores como las nubes, la niebla o la contaminación atmosférica. Para solucionar este problema, Satlas utiliza una técnica llamada “super-resolución”, que consiste en aplicar modelos de inteligencia artificial para aumentar la resolución de las imágenes y rellenar los detalles que faltan o que son borrosos. De esta forma, se pueden obtener imágenes más nítidas y detalladas de lo que ocurre en el planeta.
Satlas permite visualizar tanto los proyectos de energía solar como los de energía eólica terrestre y marina. También permite ver cómo ha variado la cobertura arbórea en el tiempo. Estos datos son importantes para los responsables políticos y los investigadores que quieren conocer el avance y el impacto de las energías renovables y los bosques en la lucha contra el cambio climático. Pero también son útiles para el público en general, que puede aprender más sobre estos temas y tomar conciencia sobre la necesidad de proteger el planeta.
Nos encontramos, sin duda alguna, ante una herramienta pionera en su campo y tiene previsto ampliar sus funcionalidades para ofrecer otros tipos de mapas, como uno que pueda identificar qué tipos de cultivos hay en el mundo. Su objetivo es crear un modelo de referencia para el monitoreo de la Tierra desde el espacio y facilitar el acceso a la información y al conocimiento sobre el medio ambiente.
Satlas es un ejemplo de cómo la inteligencia artificial y los satélites pueden combinarse para el bien del planeta y de la humanidad. Gracias a esta tecnología, podemos tener una visión más clara y completa de lo que está pasando en nuestro mundo y de cómo podemos actuar para mejorar su situación.
