La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria llamada Salmonella Typhi, que se transmite por el consumo de alimentos o agua contaminados con las heces o la orina de una persona infectada. Los síntomas de esta enfermedad incluyen fiebre alta, dolor abdominal, diarrea, erupción cutánea y, en algunos casos, complicaciones graves como perforación intestinal o hemorragia. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año se producen unos 11 millones de casos de fiebre tifoidea y unas 116.000 muertes por esta causa en todo el mundo.
A principios del siglo XX, la fiebre tifoidea era una amenaza constante para la salud pública, especialmente en las zonas urbanas con condiciones sanitarias precarias. Sin embargo, también podía afectar a personas de clases sociales más acomodadas, como ocurrió en Estados Unidos con el caso de Mary Mallon, una cocinera irlandesa que pasó a la historia como María “La Tifoidea”, la primera portadora asintomática conocida de esta enfermedad.
Mary Mallon nació en 1869 en Cookstown, Irlanda del Norte, en el seno de una familia humilde que sufrió las consecuencias de la gran hambruna que azotó al país entre 1845 y 1849. A los 15 años, emigró a Estados Unidos en busca de una vida mejor y se estableció en Nueva York, donde trabajó como sirvienta y aprendió a cocinar. Pronto se ganó una reputación como una buena cocinera y fue contratada por varias familias adineradas para trabajar en sus casas.
Lo que nadie sabía es que Mary era portadora de la bacteria de la fiebre tifoidea sin presentar ningún síntoma. Esto significa que podía contagiar a otras personas sin darse cuenta, sobre todo al manipular los alimentos sin lavarse las manos adecuadamente. Así fue como entre 1900 y 1907 provocó varios brotes de fiebre tifoidea en las casas donde trabajaba, infectando a más de 50 personas y causando al menos tres muertes.
El misterio de los contagios fue resuelto por George Soper, un ingeniero sanitario que fue contratado por el dueño de una mansión en Long Island donde se habían enfermado siete personas después de que Mary trabajara allí como cocinera. Soper investigó el origen del brote y descubrió que Mary era la única persona común entre todos los casos. Cuando intentó entrevistarla para tomarle muestras de sangre y heces, ella se negó rotundamente y lo amenazó con un tenedor.
Soper no se rindió y alertó a las autoridades sanitarias, que lograron localizar a Mary y detenerla por la fuerza. Tras confirmar que era portadora de la bacteria, la enviaron a un hospital donde la aislaron en una habitación durante tres años. Mary se sintió injustamente tratada y demandó al Departamento de Salud por violar sus derechos civiles. Con el apoyo del magnate de la prensa William Randolph Hearst, que se interesó por su caso y le dio el apodo de Typhoid Mary (María Tifoidea), logró que un juez ordenara su liberación en 1910 bajo la condición de que no volviera a trabajar como cocinera ni a manipular alimentos.
Sin embargo, Mary no cumplió su promesa y volvió a ejercer su oficio bajo nombres falsos en diferentes lugares, como hoteles, restaurantes e incluso un hospital. En 1915, provocó otro brote de fiebre tifoidea en el hospital Sloane Maternity de Nueva York, donde trabajaba como cocinera con el nombre de Mary Brown. Allí infectó a 25 personas, entre ellas dos médicos que murieron.
Esta vez no hubo escapatoria para Mary, que fue capturada nuevamente y enviada a la isla North Brother, donde había un hospital para enfermos contagiosos. Allí pasó el resto de su vida en cuarentena, sin poder recibir visitas ni salir de su cabaña. Solo tenía la compañía de un perro y de algunos libros y revistas que le enviaban. En 1932, sufrió un derrame cerebral que la dejó paralizada. Murió el 11 de noviembre de 1938, a los 69 años, por una neumonía. Su autopsia reveló que aún tenía la bacteria de la fiebre tifoidea en su vesícula biliar.
La historia de Mary Mallon es un ejemplo de cómo una persona puede ser portadora de una enfermedad sin saberlo y transmitirla a otras sin quererlo. También muestra las dificultades éticas y legales que plantea el aislamiento forzoso de los portadores asintomáticos, que se ven privados de su libertad y estigmatizados por la sociedad. Hoy en día, la fiebre tifoidea se puede prevenir con vacunas y tratar con antibióticos, pero sigue siendo un problema de salud pública en muchos países en desarrollo. Por eso, es importante mantener unas medidas básicas de higiene, como lavarse las manos antes de comer y beber agua potable, para evitar el contagio y la propagación de esta enfermedad.
Referencias bibliográficas:
- Organización Mundial de la Salud. (2020). Fiebre tifoidea.
- History Collection. (2019). Typhoid Mary: The Sad Story of Mary Mallon. .
- Historia National Geographic. (2018). María “la tifoidea”, la cocinera asintomática.
- Smithsonian Magazine. (2015). Typhoid Mary: Villain or Victim?
- Live Science. (2013). The Tragic Tale of Typhoid Mary.