Descubren que quienes más usan redes sociales también creen más bulos: así es el patrón psicológico detrás de la desinformación en internet

Creer y compartir noticias falsas podría estar relacionado con una forma oculta de adicción a las redes sociales, según un estudio pionero.
Creer noticias falsas podría ser síntoma de una adicción digital Creer noticias falsas podría ser síntoma de una adicción digital
Creer noticias falsas podría ser síntoma de una adicción digital, según este estudio. Foto: Istock

Un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad Estatal de Michigan lanza una advertencia seria sobre el vínculo entre el uso problemático de las redes sociales y la credulidad ante las noticias falsas. Las conclusiones, publicadas en la revista científica PLoS ONE, señalan que quienes experimentan mayores niveles de dependencia emocional o conductual hacia estas plataformas no solo tienden a creer en información falsa, sino que también son más propensos a compartirla, contribuyendo activamente a su difusión.

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El experimento: redes, impulsividad y desinformación

La investigación se llevó a cabo con 189 estudiantes universitarios entre los 18 y los 26 años. Todos ellos realizaron un experimento en línea en el que debían evaluar 20 publicaciones de apariencia realista en redes sociales: 10 con contenido verdadero y otras 10 falsas, todas ellas no políticas. Los participantes debían calificar la veracidad de las publicaciones y también indicar hasta qué punto estarían dispuestos a interactuar con ellas (hacer clic, dar “me gusta”, comentar o compartir).

Además, los investigadores evaluaron el grado de uso problemático de redes sociales (PSMU, por sus siglas en inglés) mediante una escala validada que analiza seis componentes centrales del comportamiento adictivo: desde el síndrome de abstinencia hasta la tendencia a las recaídas o el uso para modificar el estado de ánimo.

Más allá del tiempo de pantalla

Una de las claves del estudio fue dejar de lado métricas superficiales como “cuánto tiempo pasas en redes sociales” y centrarse en síntomas que reflejan un impacto negativo real en la vida diaria. Problemas en el rendimiento académico, dificultades laborales, malestar psicológico e incluso conflictos interpersonales fueron considerados indicadores importantes del nivel de afectación.

Y los resultados fueron reveladores: cuanto más alto era el grado de uso problemático, más probable era que la persona considerara como creíble una noticia falsa. Además, mostraban una mayor tendencia a interactuar con estos contenidos, especialmente en acciones como hacer clic o compartir.

Este patrón de comportamiento puede parecer una anécdota de la vida digital moderna, pero tiene implicaciones profundas. En un entorno donde las noticias falsas se propagan más rápido que las verdaderas y donde el algoritmo premia la viralidad, estas interacciones alimentan la maquinaria de la desinformación a gran escala.

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Un perfil vulnerable ante la mentira

La hipótesis de partida de los autores era clara: si el uso problemático de redes sociales está relacionado con una mayor impulsividad y toma de riesgos —como ya se ha demostrado en investigaciones anteriores—, entonces es posible que estos usuarios también sean más propensos a caer en la trampa de la desinformación. Y los datos no solo confirmaron esta suposición, sino que ampliaron el alcance del problema.

Los participantes con mayor nivel de PSMU no solo creían más las noticias falsas: también mostraban un entusiasmo generalizado por interactuar con todo tipo de contenido, independientemente de su veracidad. Sin embargo, las noticias falsas resultaban especialmente atractivas, generando un mayor número de clics e intenciones de compartir.

Este comportamiento puede estar relacionado con una forma particular de procesamiento de la información. Si una persona está más centrada en la recompensa inmediata —la novedad, la emoción, la validación social— y menos en el análisis crítico, es más probable que reaccione de forma impulsiva ante una publicación llamativa, aunque su contenido sea falso.

Implicaciones clínicas y sociales

Aunque el uso problemático de redes sociales aún no se reconoce como un trastorno clínico oficial, sus efectos comienzan a perfilarse con mayor nitidez. Las similitudes con otras adicciones conductuales —como el juego patológico— son evidentes: deseo incontrolable, pérdida de control, uso pese a consecuencias negativas y malestar en caso de abstinencia.

Esto plantea nuevos desafíos para los profesionales de la salud mental. Identificar a quienes presentan este tipo de relación disfuncional con las redes podría ser clave no solo para abordar su bienestar emocional, sino también para mitigar su vulnerabilidad ante la desinformación, en especial aquella que afecta temas de salud pública como vacunas, pandemias o tratamientos médicos.

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Pero el problema no termina en la consulta clínica. Gobiernos, plataformas digitales y organismos internacionales están invirtiendo cada vez más esfuerzos en frenar la propagación de noticias falsas. Este estudio proporciona una pieza más del rompecabezas: saber quiénes son los más proclives a compartir desinformación permite diseñar estrategias de intervención más específicas, desde algoritmos de detección hasta herramientas educativas personalizadas.

Entre la conexión y el peligro

A pesar de las conclusiones preocupantes, los autores del estudio insisten en que no se trata de demonizar las redes sociales. Como cualquier herramienta poderosa, su valor depende del uso que se haga de ellas. Conectan, informan, entretienen y pueden ser un refugio emocional, especialmente para quienes se sienten aislados.

El reto está en detectar cuándo ese uso cruzó la línea de lo saludable. ¿Es un hábito o una necesidad compulsiva? ¿Aporta bienestar o genera dependencia? La diferencia puede parecer sutil, pero sus consecuencias no lo son.

Y mientras tanto, la próxima vez que sientas el impulso de compartir esa noticia escandalosa que aparece en tu feed, tal vez convenga preguntarse: ¿es cierta? ¿o solo es otro cebo más en un mar de mentiras digitales?

Referencias

  • Dar Meshi et al, Problematic social media use is associated with believing in and engaging with fake news, PLOS One (2025). DOI: 10.1371/journal.pone.0321361
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